Redacción - El Semanal
La reciente afirmación de funcionarios de inteligencia de Estados Unidos ha señalado a Irán como responsable del hackeo de la campaña presidencial de Donald Trump, destacando esta intrusión cibernética como parte de un esfuerzo más amplio por parte de Teherán para interferir en la política estadounidense y potencialmente influir en el resultado de las elecciones.
Según el FBI y otras agencias federales, esta es la primera vez que el gobierno de Estados Unidos asigna responsabilidad por los hackeos que han reavivado la amenaza de la interferencia extranjera en las elecciones y han destacado cómo Irán, a pesar de adversarios más sofisticados como Rusia y China, sigue siendo una preocupación principal. Además de haber logrado infiltrarse en la campaña de Trump, los funcionarios también creen que Irán intentó hackear la campaña presidencial de Kamala Harris.
Estos hackeos y actividades similares, según funcionarios federales, buscan sembrar la discordia, explotar las divisiones dentro de la sociedad estadounidense y posiblemente influenciar en el resultado de elecciones que Irán percibe como «particularmente consecuentes en términos del impacto que podrían tener en sus intereses de seguridad nacional», afirmaron los funcionarios.
La misión de Irán ante las Naciones Unidas negó las acusaciones como «infundadas y carentes de fundamento», afirmando que Irán no tenía ni el motivo ni la intención de interferir en las elecciones. Desafió a Estados Unidos a proporcionar evidencia y declaró que, de hacerlo, «responderemos en consecuencia».
El comunicado del FBI fue emitido en un momento de tensiones significativas entre Washington y Teherán, ya que Estados Unidos espera detener o limitar un posible ataque de represalia contra Israel a raíz del asesinato del funcionario de Hamas Ismail Haniyeh en Irán. Asimismo, un ataque israelí el mes pasado en el sur de Beirut provocó la muerte del comandante principal de Hezbollah, pero, aunque Teherán y Hezbollah, respaldado por Irán, han prometido represalias, aún no han lanzado ataques, mientras continúan las gestiones diplomáticas y las conversaciones sobre un alto al fuego en Gaza en Qatar.
Estados Unidos no detalló cómo llegó a la conclusión de que Irán era responsable, ni describió la naturaleza de la información que pudo haber sido robada de la campaña de Trump. Sin embargo, afirmó que la comunidad de inteligencia estaba segura de que «los iraníes han intentado, a través de ingeniería social y otros esfuerzos, acceder a individuos con acceso directo a las campañas presidenciales de ambos partidos políticos».
Al menos tres miembros del personal de la campaña de Biden-Harris fueron objeto de correos electrónicos de phishing, pero los investigadores no encontraron evidencia de que el intento hubiera tenido éxito, según informó The Associated Press la semana pasada.
«Actividades de este tipo, incluyendo robos y revelaciones, tienen la intención de influir en el proceso electoral de Estados Unidos. Es importante señalar que este enfoque no es nuevo. Irán y Rusia han empleado estas tácticas no solo en Estados Unidos durante este y anteriores ciclos electorales federales, sino también en otros países de todo el mundo», concluyó el comunicado.
Los funcionarios estadounidenses han estado en alerta máxima en los ciclos electorales recientes por las campañas de influencia extranjera y la interferencia abierta, como en 2016, cuando operativos de inteligencia militar rusos hackearon la campaña de la nominada demócrata Hillary Clinton y orquestaron la publicación de correos electrónicos políticamente dañinos a través del sitio web WikiLeaks.
Irán ha surgido más recientemente como una amenaza agresiva para las elecciones estadounidenses. En 2020, según funcionarios de inteligencia de Estados Unidos, Irán llevó a cabo una campaña de influencia destinada a perjudicar la reelección de Trump, probablemente aprobada por el líder supremo Ayatollah Ali Khamenei y fue objeto de una inusual conferencia de prensa nocturna con el director del FBI, Christopher Wray, y otros funcionarios.
Los funcionarios estadounidenses también han expresado preocupación por los esfuerzos de Teherán para buscar represalias por un ataque de 2020 a un general iraní ordenado por Trump.
La campaña de Trump reveló el 10 de agosto que había sido hackeada y dijo que actores iraníes habían robado y distribuido documentos internos sensibles. Al menos tres medios de comunicación —Politico, The New York Times y The Washington Post— recibieron material confidencial procedente de la campaña de Trump. Hasta ahora, ninguno ha revelado detalles sobre lo recibido.
Politico informó que comenzó a recibir correos electrónicos el 22 de julio de una cuenta anónima. La fuente —una cuenta de correo electrónico AOL identificada solo como «Robert»— envió lo que parecía ser un dossier de investigación que la campaña aparentemente había realizado sobre el candidato a vicepresidente republicano, el Senador de Ohio JD Vance. El documento estaba fechado el 23 de febrero, casi cinco meses antes de que Trump seleccionara a Vance como su compañero de fórmula.
La evaluación del gobierno de Estados Unidos se alinea con los hallazgos de empresas privadas.
A principios de este mes, Microsoft emitió un informe sobre los intentos de agentes iraníes de interferir en las elecciones de este año. Afirmó que Irán había suplantado a activistas y creado noticias falsas dirigidas a votantes de diferentes tendencias políticas. El informe también citó un caso en el que una unidad de inteligencia militar iraní en junio envió «un correo electrónico de spear-phishing a un alto funcionario de una campaña presidencial desde la cuenta de correo electrónico comprometida de un ex asesor principal».
En un informe aparte, Google dijo que un grupo iraní vinculado a la Guardia Revolucionaria del país intentó infiltrar las cuentas de correo electrónico personales de aproximadamente una docena de personas relacionadas con el presidente Joe Biden y Trump desde mayo.
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