¡Descubre el secreto infalible para vencer la ansiedad alimentaria de una vez por todas!

Uno de los retos más comunes en nuestra sociedad es la ansiedad. Para muchas personas, este sentimiento se convierte en un desencadenante para mantener una relación poco saludable con la comida. Se conoce como hambre emocional, y se presenta cuando las emociones intensas y difíciles de controlar nos impulsan a buscar en la comida una forma de regularnos. Sin embargo, esta búsqueda de consuelo a través de la comida puede generar más problemas que beneficios para nuestra salud.

Según Pilar Conde, directora técnica de Clínicas Origen, la ansiedad es una de las principales causas del hambre emocional, llevando a las personas a recurrir a la comida como escape. Sin embargo, los alimentos seleccionados en estos momentos no suelen ser los más adecuados para nuestra salud.

¿Por qué se experimenta hambre emocional? La respuesta se encuentra en nuestro cerebro. Cuando nos vemos envueltos en emociones intensas como la ansiedad, nuestro cerebro busca formas rápidas de alivio. La comida, especialmente aquella rica en azúcar y grasas, proporciona una sensación inmediata de placer y bienestar. Sin embargo, este alivio es momentáneo y puede llevarnos a un ciclo de sobreingesta y culpa, empeorando nuestra relación con la comida, como explica Conde.

Este trastorno, que se manifiesta a través de una ingesta excesiva y continua de alimentos, especialmente aquellos más calóricos, está relacionado con el mecanismo de recompensa en nuestro cerebro, el cual combina el placer con la motivación. Al consumir alimentos sabrosos o darse un capricho, como comer un helado, liberamos hormonas de la felicidad como el cortisol y la serotonina.

¿Quiénes suelen experimentar ansiedad por la comida? Por lo general, aquellas personas que han aprendido a regular sus emociones a través del placer que genera la sobreingesta alimentaria son más propensas a este problema. La relación entre la comida y la ansiedad tiene múltiples causas, que van desde factores genéticos y epigenéticos hasta la educación alimentaria recibida, la personalidad y las herramientas de gestión emocional disponibles.

«En los casos que tratamos, observamos que son los factores externos los que parecen influir más en esta cuestión», señala Pilar Conde. La herencia genética puede predisponer a una persona a ciertos problemas de salud mental, al igual que con enfermedades como la diabetes o el asma. Sin embargo, son los factores externos los que marcan la pauta en este problema.

Para superar la ansiedad por la comida, es fundamental aprender estrategias de autorregulación interna y contar con el apoyo de un nutricionista que nos guíe en la elección de opciones saludables. Además, se recomienda evitar tener alimentos no saludables en casa y recibir asesoramiento en nutrición personalizada. Es crucial no seguir dietas sin supervisión profesional ni saltarse comidas para compensar excesos anteriores.

La clave para romper este ciclo reside en la psicoeducación emocional y en el desarrollo de estrategias efectivas de regulación emocional. Comprender nuestras emociones y aprender a identificarlas es el primer paso. Estrategias como la validación emocional, la comunicación interna y la reestructuración cognitiva pueden ser de gran ayuda. Además, las técnicas de activación conductual y las estrategias de afrontamiento saludable han demostrado ser efectivas.

En conclusión, entender que la ansiedad es pasajera y que podemos gestionarla con técnicas adecuadas es esencial para evitar recurrir a la comida como mecanismo de escape. Es importante aprender a identificar y validar nuestras emociones para no depender de la comida en momentos de ansiedad. Por ello, contar con el apoyo de profesionales y desarrollar habilidades emocionales puede ser clave para superar la ansiedad por la comida.