El fracking, posible culpable de los sismos en EEUU

En Estados Unidos, la técnica de fracturación hidráulica, conocida como fracking, ha generado un notable aumento en la actividad sísmica en zonas donde se ha implantado.

Desde 1999, cuando se popularizó el fracking en los estados de Colorado y Nuevo México, se han registrado 16 terremotos con magnitudes superiores a 3,8 en la escala de Richter. Esto contrasta con la situación de las tres décadas anteriores, en las que sólo se había registrado un sismo de esa magnitud.

Los científicos del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) atribuyen este incremento en la frecuencia de los terremotos a la técnica de manejo de aguas residuales utilizada por las empresas que practican el fracking para la extracción de gas y petróleo. Según el USGS, la inyección a alta presión de grandes cantidades de agua residual en formaciones rocosas subterráneas es la principal responsable de esta situación.

El estudio liderado por el geofísico Justin Rubinstein revela que la mayoría de los terremotos han tenido su epicentro en las cercanías de los pozos de inyección de agua residual utilizados en el proceso de fracking. Este fenómeno ha transformado una zona antes tranquila en términos sísmicos en un área de gran actividad industrial.

Además, este nuevo informe se complementa con un estudio publicado en la revista científica de la Academia de Ciencias estadounidense, que revela que la contaminación del agua potable con gas de esquisto, otro problema asociado al fracking, se debe a defectos en los pozos utilizados en la extracción.

A pesar de las ventajas energéticas que promueve el fracking, como la potencial autosuficiencia energética de Estados Unidos para el año 2035, la técnica continúa generando controversia y protestas en distintas partes del mundo. Países como Francia y el estado de Nueva York han prohibido esta práctica, mientras que en otras naciones como el Reino Unido y Argentina persisten debates sobre sus potenciales riesgos ambientales y sísmicos.

De esta manera, el debate en torno al fracking continúa activo, con argumentos a favor y en contra que buscan conciliar la necesidad de energía con la protección del medio ambiente y la seguridad en áreas sísmicamente vulnerables.