A principios del año pasado, se anunció un acontecimiento sin precedentes en el ámbito de la geología: se había obtenido la muestra de roca más profunda jamás recogida. Este hito significativo no solo se debió a su extensión en metros, sino también a la importancia de acercarnos al manto terrestre, la capa más grande que conforma nuestro planeta.
Tras un año de la extracción de esta muestra récord, han salido a la luz los primeros resultados del análisis de los núcleos de rocas extraídos de las profundidades del Océano Atlántico. Un núcleo de 1.268 metros de longitud destaca por contener muestras de rocas pertenecientes al manto terrestre, lo cual representa un hito relevante en el campo de la exploración geológica.
El proceso para lograr la recolección de esta muestra única requería perforar el fondo marino en una zona específica conocida como la Cordillera del Atlántico Medio. Esta área, una falla tectónica que separa la Placa Americana de la Placa Europea-Africana, presenta condiciones geológicas propicias para hallar material proveniente del manto terrestre.
En el subsuelo del océano, donde la corteza es delgada y compuesta mayormente por basalto, pueden encontrarse rocas originadas en el manto terrestre. Estas rocas, producto de la serpentinización, interactúan con el agua de mar y se vuelven objeto de interés para la comunidad científica al brindar pistas sobre procesos geológicos y geoquímicos submarinos.
Un aspecto relevante de esta expedición es que las muestras fueron recolectadas cerca de una región conocida como la «Ciudad Perdida», donde se encuentran respiraderos hidrotermales que permiten la interacción entre las rocas del fondo marino y el agua de mar. Este fenómeno desencadena procesos geoquímicos interesantes que son objeto de estudio por parte de los científicos.
El equipo de investigación responsable de esta hazaña recogió las muestras a bordo del buque oceanográfico JOIDES Resolución en el pasado mes de mayo. El análisis de estas muestras reveló una gran cantidad de perioditas, un tipo de roca dominante en el manto superior, principalmente harzburgita, indicando el origen profundo de las muestras extraídas.
La relevancia de esta muestra va más allá de la geología, ya que podría arrojar luz sobre la evolución biológica de nuestro planeta. Se cree que la actividad geoquímica en el fondo marino está estrechamente vinculada a la historia biológica de la Tierra, y estos hallazgos podrían ser clave para comprender la formación primitiva de la vida.
En un contexto más amplio, los hallazgos de esta expedición también tienen implicaciones para la astrobiología. Las interacciones geoquímicas observadas en el fondo marino podrían proporcionar pistas sobre la posible existencia de condiciones propicias para la vida en otros cuerpos del sistema solar, como las lunas de Júpiter y Saturno.
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