Redacción - El Semanal
La reciente gala benéfica en la Academia de Arte de Nueva York, el Tribeca Ball 2025, trascendió su función tradicional de recaudación de fondos para convertirse en un homenaje a la trayectoria de David Kratz, recientemente jubilado tras quince años al frente de la institución. El evento, celebrado en un ambiente festivo y sofisticado, congregó a figuras destacadas del mundo del arte, la moda y el espectáculo, reforzando así el papel de la academia como un faro para la formación artística y un punto de encuentro para la élite cultural neoyorquina.
La singularidad de la velada se evidenció desde la entrada, flanqueada por artistas performáticos sobre zancos, cuya resistencia –limitada a dos horas– simbolizaba, quizá, el esfuerzo y la dedicación inherentes al proceso creativo. Los asistentes, tras una previa exposición a las obras de los estudiantes y antiguos alumnos de la academia, participaron en una cena de gala que sirvió como marco para celebrar los logros de Kratz y reafirmar el compromiso con la misión educativa de la institución.
La influencia de Kratz se extendió más allá de la administración de la academia; su propio trabajo como artista fue reconocido por personalidades como Helena Christensen, quien manifestó su sorpresa al descubrir la faceta pictórica de Kratz durante una visita privada. Este reconocimiento subraya la importancia de fomentar la creatividad en todas sus formas y la profunda conexión entre la docencia y la práctica artística. El evento contó con la presencia de figuras como Eileen Guggenheim, Brooke Shields y Carol Alt, entre otros, todos ellos impulsores asiduos de la academia y sus programas.
El actor Liev Schreiber, acompañado por su esposa Taylor Neisen, destacó el valor de la formación clásica que ofrece la academia, enfatizando la importancia de comprender la tradición artística como base para la innovación y el desarrollo de nuevas propuestas creativas. Schreiber, actualmente inmerso en la preparación de una nueva versión de «Los acreedores» de Ibsen, compartió sus reflexiones sobre la vigencia de los clásicos y la capacidad del teatro para conectar con el público contemporáneo.
En contraste con la búsqueda de inspiración en el patrimonio artístico, el humorista Dave Foley, veterano asistente al Tribeca Ball, confesó encontrar su musa en un sentimiento más primal: el miedo. Esta confesión, si bien paradójica, pone de manifiesto la complejidad de la condición humana y la multiplicidad de fuentes que pueden alimentar la creatividad.
La gala incorporó elementos de arte en vivo, con artistas esculpiendo bustos y pintando retratos en medio del evento, generando un ambiente dinámico y participativo. La presencia de Van Cleef & Arpels, con la exhibición de sus joyas, añadió un toque de lujo y sofisticación a la velada. Los asistentes, en su recorrido por las instalaciones de la academia, a menudo expresaban su admiración por el talento de los estudiantes y la calidad de las obras expuestas.
El propio Kratz, en su nuevo rol de homenajeado, compartió algunos consejos con los asistentes, animándoles a “empezar por lo alto y trabajar hacia abajo”, una metáfora que podría interpretarse como una invitación a aspirar a la excelencia y afrontar los desafíos con determinación. Tras su paso por la dirección de la academia, Kratz se ha dedicado a retomar su actividad como artista, exponiendo algunas de sus obras en el evento. Aseguró su continuidad como asiduo del Tribeca Ball, consolidando su compromiso con la institución y el futuro de la formación artística.
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