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Albañiles mayas transforman muros con arte de barcos europeos.

Chetumal, ubicada en el sureste de México, es una ciudad con una rica historia que se remonta a la época de los mayas. A unos 15 kilómetros de la ciudad se encuentra la Zona Arqueológica de Oxtanca, un sitio de gran importancia que alberga una de las tres iglesias abiertas que se conservan en la Península de Yucatán.

La Iglesia de Okstanka, estimada en su origen en el siglo XVI, es un verdadero tesoro tanto por su historia como por su excepcional estado de conservación. Esta iglesia forma parte de la Ruta del Tren Maya en el sur de México y es uno de los principales atractivos de la zona. A pesar de que los albañiles mayas han tenido un comportamiento destructivo en la región, su arte también se destaca en la construcción de estas edificaciones.

La iglesia en sí es simple, con dos estancias, siendo una de ellas el presbiterio donde los muros están parcialmente cubiertos. Es parte de un asentamiento maya y refleja la estrategia española de construir iglesias católicas en tierras prehispánicas como muestra de dominio, reutilizando piedras de edificaciones mayas anteriores. Aunque el asentamiento español no se materializó por completo, la iglesia cumplió parcialmente su misión al servir como punto de reunión para los monjes que querían evangelizar.

Un elemento destacado de la Iglesia de Okstanka es el arco, que aún se conserva en la actualidad y ha sido objeto de atención por los graffitis que adornan sus paredes. En 1988, se descubrió una talla en la puerta sur del Baptisterio que muestra escenas de embarcaciones, sugiriendo la influencia marinera en la región.

Otro aspecto fascinante de la iglesia es el estuco decorativo que data de entre el 200 y el 650 d.C. Este estuco, conocido como «mascarón», es de gran importancia cultural y simbólica, ya que marca el nacimiento de un nuevo día al estar orientado hacia el este. Sin embargo, la conservación de este elemento ha sido desafiada por factores externos como el huracán Dean en 2007, que aumentó la humedad y dañó parte de la estructura.

Para preservar este patrimonio, investigadores del INAH y restauradores han realizado esfuerzos de conservación en la zona. Se han llevado a cabo tratamientos para restaurar el estuco, reemplazando formas y evitando la proliferación de microorganismos en la piedra. Asimismo, se han implementado medidas para redirigir la cascada de agua de lluvia y proteger la estructura de posibles daños.

La conservación en el sitio del descubrimiento, como en el caso de la Iglesia de Okstanka, ha cobrado importancia en la actualidad, siendo una práctica que Teoberto Maler, un pionero en la arqueología de México, promovió en su época. Documentar y preservar estos vestigios arqueológicos en su ubicación original es fundamental para entender y valorar la historia y la cultura de la región.

En resumen, la Iglesia de Okstanka en la Zona Arqueológica de Oxtanca representa un tesoro histórico y cultural que debe ser valorado y preservado para las futuras generaciones, mostrando la riqueza de la herencia maya y española en esta región de México.

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Escrito por Redacción - El Semanal

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