La remontada de los Celtics en la serie de semifinales de la Conferencia Este contra los New York Knicks ha pasado de la preocupación a la exhibición de fortaleza. Tras perder inesperadamente los dos primeros partidos en casa, el equipo de Boston viajó a Nueva York con la urgencia de corregir el rumbo. El tercer encuentro, disputado en el icónico Madison Square Garden, se convirtió en un punto de inflexión, culminando en una victoria contundente por 115-93 que inyecta nueva vida a la eliminatoria.
La reacción de los Celtics no ha sido atribuida simplemente a un cambio de estrategia frente al rival, sino más bien a un replanteamiento interno. Según las declaraciones del entrenador Joe Mazzulla y los propios jugadores, el enfoque principal se centró en identificar y subsanar las falencias mostradas en los primeros compases de la serie. Esta introspección derivó en una serie de ajustes que se manifestaron en el desempeño sobre la cancha.
Uno de los puntos clave para el resurgir de Boston fue la gestión de las pérdidas de balón que resultaban en transiciones rápidas y canastas fáciles para los Knicks. Si bien en los partidos iniciales este aspecto había sido un lastre, en el tercer encuentro ambos equipos anotaron la misma cantidad de puntos tras pérdidas, lo que sugiere una mejora significativa en la ejecución por parte de los Celtics. Esta corrección, enfatizada tanto por el cuerpo técnico como por los jugadores, parece haber tenido un impacto directo en la fluidez de su juego.

Otro factor determinante fue la capacidad de cerrar los cuartos con solvencia. En los encuentros anteriores, los Knicks habían capitalizado los momentos finales de cada período para reducir distancias, permitiéndoles remontar ventajas importantes de los Celtics. Sin embargo, en el tercer partido, Boston no solo mantuvo la concentración, sino que amplió su ventaja, llegando a liderar por hasta 31 puntos y ganando el tercer cuarto de forma decidida.
Quizás el aspecto más notable de la reacción de los Celtics, y que ha marcado la diferencia en la serie, ha sido su renovada confianza en el tiro de tres puntos. Tras porcentajes bajos en los dos primeros partidos (apenas un 25%), Boston mantuvo el volumen de intentos (40 triples) en el tercer encuentro, pero elevó drásticamente su efectividad hasta el 50%. Este acierto desde el perímetro, especialmente en los primeros compasos del partido donde anotaron 6 de 7 intentos, parece haber liberado la ofensiva del equipo y disipado las dudas que habían surgido.
La contribución de múltiples jugadores en este apartado fue significativa, con seis talentos diferentes anotando varios triples, una constante cuando el equipo exhibe su mejor versión. El base Payton Pritchard, asumiendo un rol destacado desde el banquillo, brilló con cinco triples y 23 puntos, reafirmando su importancia en el esquema del equipo. Pritchard, al igual que sus compañeros, restó importancia a las críticas externas sobre la cantidad de lanzamientos exteriores, defendiendo la convicción en su propio lanzamiento.
Pese a que su impacto en anotación directa no fue extraordinario, la actuación de Jayson Tatum, quien venía de un rendimiento discreto en los partidos iniciales, fue fundamental para calmar los ánimos y facilitar el desarrollo del juego ofensivo de los Celtics. Anotó sus dos primeros triples, lo que ayudó a relajar la tensión en el equipo y a que el balón circulara con mayor naturalidad. Aunque finalizó con 22 puntos y un acierto del 40% en sus lanzamientos, su presencia y distribución (7 asistencias) fueron clave. Tatum minimizó la presión individual, enfatizando que su objetivo era responder como equipo y conseguir la victoria.
Por su parte, Jaylen Brown, con 19 puntos, 6 rebotes y 5 asistencias, mostró una actitud agresiva buscando el poste bajo y el juego físico, marcando un tono de determinación para el equipo. Aunque su porcentaje de tiro no fue elevado, su enfoque reflejó la frialdad y la determinación que caracterizaron a los Celtics en un ambiente ruidoso y hostil. La capacidad de Boston para mantener la compostura en canchas rivales es un rasgo distintivo, habiendo ganado un partido de playoff a domicilio en las últimas 12 series consecutivas y acumulando un récord positivo fuera de casa en las últimas cuatro postemporadas.
La serie ahora se dirige hacia un momento crucial en el cuarto partido, nuevamente en Nueva York. Los Knicks buscarán igualar la eliminatoria, aunque necesitarán una mejor versión de sus principales figuras. Jalen Brunson, a pesar de sus 27 puntos en el tercer encuentro, no tuvo el impacto decisivo de otros partidos, acertando solo el 43% de sus tiros. Karl-Anthony Towns, con 21 puntos y 15 rebotes, tuvo una noche irregular en el lanzamiento (5 de 18) y generó preocupación por un posible problema en su mano izquierda, aunque se negó a confirmar si se sometió a pruebas médicas. La incertidumbre sobre su estado físico añade un elemento adicional de tensión a la serie.
Los Celtics han demostrado que la respuesta a la adversidad reside, en gran parte, en la corrección de sus propios errores y en la confianza en sus principios de juego. La serie está lejos de estar decidida, pero la contundente victoria en el tercer partido les otorga una oportunidad inmejorable de recuperar el terreno perdido y mantener viva la esperanza de avanzar en los playoffs. Como bien señalaba Jaylen Brown, para ganar la serie, hay que vencer cuatro veces, y aún queda mucho baloncesto por jugar.

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