Se descubre representación gráfica inédita de Jesucristo sin barba.

En la historia del arte, la representación de Jesucristo ha sido un tema de gran importancia y relevancia. Su imagen, con cabello castaño largo y rizado, es una de las más reconocibles de la historia, pero ¿cómo ha evolucionado a lo largo de los siglos?

La imagen inicial de Jesús era bastante diferente a la que conocemos hoy en día. En sus primeras representaciones, no tenía barba ni el característico cabello largo. De hecho, se parecía más a cualquier romano corriente que a la figura icónica que se ha convertido con el tiempo.

Los primeros días del cristianismo tampoco fueron fáciles. Tras la crucifixión, los seguidores comenzaron a establecer comunidades en varias ciudades, lo que desencadenó la persecución por parte del Imperio Romano durante siglos. Fue solo con el emperador Teodosio el Grande en el año 380 que el cristianismo se convirtió en la religión oficial.

La moda y las tendencias de la época también han influido en la representación de Jesucristo. En un principio, las obras artísticas cristianas eran limitadas debido a la prohibición de imágenes talladas en el Antiguo Testamento. Sin embargo, con el paso del tiempo, el aspecto de Jesús se fue transformando, adoptando elementos de la moda romana de la época.

La relación de los romanos con las barbas también jugó un papel importante en la representación de Jesús. La moda de afeitarse se remonta a la época de Alejandro Magno, y fue heredada por los romanos durante varios siglos. La barba se convirtió en un símbolo de barbarie, y las clases sociales estaban diferenciadas en función de cómo se afeitaban.

La imagen finalmente estandarizada de Jesucristo, con barba y cabello largo, se estableció alrededor del año 300 d.C., aunque no se consolidó completamente hasta el siglo VI. La Sábana Santa de Turín también ha contribuido a esta imagen, siendo venerada a lo largo de los siglos como el supuesto lienzo que envolvió el cuerpo de Jesús tras la crucifixión.

En conclusión, la evolución de la representación de Jesucristo a lo largo de la historia refleja no solo cambios estilísticos, sino también influencias culturales y sociales de cada época. Su imagen icónica ha trascendido el tiempo y sigue siendo objeto de estudio e interpretación en la actualidad.