El lanzamiento del Huawei Mate 60 Pro el año pasado no solo marcó un hito en el mercado de teléfonos inteligentes, sino que también se convirtió en un acontecimiento clave en la guerra de chips entre China y Estados Unidos. Esta batalla tecnológica es parte de la lucha entre dos potencias mundiales, ya que el teléfono contiene un chip que, en teoría, ninguna empresa china podría desarrollar debido a las sanciones impuestas por Washington para frenar la industria de semiconductores de Beijing.
Alarmados por esta situación, la Casa Blanca y sus aliados tomaron medidas para reforzar las restricciones, lo que llevó a los Países Bajos a limitar las exportaciones de ASML, una empresa cuya tecnología es fundamental para la producción de chips de próxima generación. La intención de La Haya es endurecer aún más las restricciones a ASML con el objetivo de asfixiar a la industria china de chips.
Entre las medidas que el gobierno holandés está considerando se encuentra la restricción del servicio de reparación y mantenimiento de ASML, lo que representaría un golpe duro para la industria de chips de Beijing. ASML es líder en tecnología de litografía de semiconductores, un proceso crucial para la fabricación de chips, y posee una gran parte del mercado internacional en este ámbito.
La estrategia de La Haya implica revocar un permiso que actualmente permite reparaciones en China, lo que dificultaría la preparación de herramientas de litografía necesarias para la producción de chips de alta gama. A pesar de que China aparentemente ha logrado producir chips de alta calidad utilizando tecnología como las máquinas DUV, las cuales ASML también fabricó antes de las máquinas EUV, los Países Bajos buscan interrumpir el mantenimiento de los equipos de la compañía en China.
Estados Unidos ha estado presionando a Holanda para reforzar las restricciones al acceso de China a la tecnología de ASML. Tras la revocación de la licencia de exportación de máquinas DUV por parte de una coalición holandesa, Washington ha planteado la posibilidad de aplicar reglas que podrían desactivar los dispositivos ASML en China, lo que representaría un revés importante para la industria de chips de Beijing en comparación con las empresas taiwanesas, líderes en la fabricación de semiconductores.
En este contexto, la guerra de chips entre China y Estados Unidos continúa intensificándose, con consecuencias globales en el ámbito tecnológico y geopolítico. La batalla por el control de la tecnología de semiconductores se ha convertido en un aspecto crucial de la competencia entre las dos potencias, con repercusiones que trascienden el mercado de telefonía móvil y afectan a la industria tecnológica en su conjunto.
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