La brecha entre las promesas electorales y las necesidades reales de las comunidades rurales canadienses se está ampliando a medida que se acercan las elecciones federales. A pesar de las diversas propuestas presentadas por los partidos, líderes de la industria y analistas señalan una preocupante falta de atención a los desafíos específicos que enfrentan las áreas alejadas de los centros urbanos.
Aproximadamente el 20 por ciento de la población canadiense reside en zonas rurales, remotas, indígenas, costeras o del norte, según datos de Desarrollo Económico Rural de Canadá. Estas comunidades, aunque comparten preocupaciones con sus contrapartes urbanas –como la escasez de personal sanitario, las tasas de criminalidad y el impacto de las tarifas comerciales–, experimentan estos problemas de manera singular.
Sarah-Patricia Breen, titular de la Cátedra de Innovación de la Columbia Británica en Desarrollo Económico Rural del Selkirk College, advierte sobre la tendencia a aplicar soluciones universales a problemas inherentemente locales. “Se discuten los problemas como si las soluciones fueran las mismas en todas partes, lo cual es incorrecto”, afirma. Breen subraya que la información utilizada para formular políticas a menudo proviene de áreas urbanas y es interpretada por responsables políticos que también residen en ciudades, lo que resulta en programas y políticas que carecen de relevancia en el contexto rural canadiense.

Uno de los puntos críticos es la falta de consideración hacia las particularidades del sector agrícola ante la imposición de aranceles comerciales. Keith Currie, presidente de la Federación Canadiense de Agricultura, señala que las promesas hechas al sector agrícola no abordan completamente las necesidades de las comunidades rurales donde este sector es motor económico. “La oportunidad que se está perdiendo es lo que realmente nos preocupa, porque el sector agrícola y alimentario es el mayor sector manufacturero del país, y para fabricar hay que producir”, explica. Currie insiste en la importancia de invertir en infraestructura crucial para el sector, incluyendo puertos y líneas ferroviarias que faciliten el transporte de productos. Además, enfatiza la necesidad de medidas para proteger las comunidades rurales de los efectos del cambio climático, ante el aumento de fenómenos meteorológicos extremos.
La atención a la calidad de la atención médica también figura como un punto clave en la agenda de las comunidades rurales. La dificultad para acceder a servicios sanitarios básicos, incluyendo especialistas y atención de salud mental, es una realidad cotidiana. Currie aboga por mejorar el acceso a servicios sociales como la atención dental y la de salud mental. «Para aquellos de nosotros que vivimos en las zonas rurales del país, simplemente no tenemos esos servicios sociales, ni médicos a los que podemos acudir», declara. La falta de especialistas y la distancia a los centros de atención son barreras significativas.
La Asociación Médica Canadiense también ha expresado su preocupación, sugiriendo que se invierta en la formación de profesionales sanitarios en entornos rurales. La Dra. Joss Reimer, presidenta de la asociación, explica que el lugar donde los médicos realizan su residencia a menudo influye en su futura práctica profesional. Además, propone un enfoque en la atención multidisciplinar, integrando enfermeros, farmacéuticos y profesionales de salud mental para ampliar el acceso a la atención.
Otro desafío apremiante es el aumento de la criminalidad en las zonas rurales, que supera en un 33% la de las zonas urbanas, según los últimos datos de Estadísticas Canadá. Aunque los partidos políticos han presentado propuestas en materia de seguridad pública, Tom Stamatakis, presidente de la Asociación Policial Canadiense, argumenta que estas medidas no abordan las causas subyacentes del problema. Stamatakis destaca la necesidad de fortalecer la presencia policial en estas áreas, pero también de abordar cuestiones como la salud mental y el acceso a servicios sociales, que pueden contribuir a la criminalidad. «Esto es lo que conlleva esos sentimientos de inseguridad y la sensación de que el crimen está ocurriendo en estas comunidades rurales y nadie está respondiendo a él», afirma. La falta de recursos y la dificultad para atraer y retener personal policial en estas zonas agravan la situación.
En definitiva, las comunidades rurales de Canadá demandan una atención política más específica y una comprensión profunda de sus desafíos únicos. El riesgo de ser relegadas a un segundo plano en la agenda electoral es real, y las consecuencias podrían ser significativas para el futuro del país.

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