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La primera dama de Brasil enfrenta críticas pero mantiene su discurso sin tapujos

La primera dama de Brasil, Rosângela "Janja" da Silva, se ha convertido en una figura central de la controversia dentro y fuera del país. Con un estilo directo y una presencia constante en plataformas digitales, no solo ha roto con el estereotipo tradicional de discretas acompañantes presidenciales, sino que ha desatado un intenso debate sobre el papel político de las cónyuges en el poder.

En los últimos meses, Janja, quien contrajo matrimonio con el presidente Luiz Inácio Lula da Silva en 2022, ha utilizado sus redes sociales —con más de un millón de seguidores— para defender al Gobierno frente a críticas de la oposición, criticar medios de comunicación e incluso cuestionar decisiones judiciales. La estrategia le ha valido tanto simpatizantes como detractores. Mientras algunos aplauden su militancia, otros la acusan de interferir en asuntos de Estado.

Su activismo se ha intensificado en paralelo a los desafíos que enfrenta el Gobierno. Durante una gira presidencial en China en mayo, Janja compartió en Instagram fotografías junto al mandatario mientras empresarios brasileños celebraban acuerdos comerciales millonarios. Sin embargo, la visita también generó polémica al ser cuestionada por sectores conservadores, quienes la consideraron un esfuerzo por distraer la atención de problemas domésticos. La propia Janja respondió públicamente: "No se callarán nuestra voz".

El fenómeno no es ajeno a América Latina, donde las primeras damas han evolucionado de roles protocolarios a perfiles con agendas propias. Sin embargo, el caso de Da Silva ha destacado por su firmeza. Analistas políticos señalan que su cercanía con movimientos sociales —heredada de su pasado como socióloga vinculada al Partido de los Trabajadores— le ha dado una base de apoyo sólida, pero también la expone a tensiones con otros sectores.

Las opiniones están divididas. "Ella representa una nueva forma de entender la influencia política desde ese espacio", afirma una investigadora de la Universidad de Brasilia. En cambio, algunos legisladores han solicitado regulaciones más estrictas para evitar lo que llaman "activismo partidista" desde cargos no electos. Mientras tanto, Janja sigue adelante: esta semana, durante un acto oficial, defendió políticas ambientales frente a la prensa, desafiando incluso a quienes la tildan de "radical".

Lo que es innegable es su impacto en la escena pública brasileña. Más allá de los debates, su presencia ha redefinido las expectativas sobre cómo las figuras cercanas al poder pueden —o deben— involucrarse en la discusión política. El tiempo dirá si su postura fortalece la gestión de Lula o se convierte en un lastre, pero por ahora, su voz sigue resonando con fuerza.

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Escrito por Redacción - El Semanal

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