El Líbano sigue en busca de justicia cinco años después de la explosión en Beirut que dejó más de 200 muertos y una ciudad devastada. La catástrofe, ocurrida el 4 de agosto de 2020, no solo desnudó la corrupción y la negligencia de las autoridades, sino que también marcó un antes y un después para los habitantes de la capital libanesa. Sin embargo, medio decenio después, las víctimas y sus familias continúan esperando respuestas y acciones concretas por parte de las instituciones.
La explosión, atribuida a más de 2.700 toneladas de nitrato de amonio almacenadas de manera insegura en el puerto, dejó un saldo de al menos 6.000 heridos y miles de hogares y comercios destruidos. Las investigaciones posteriores revelaron una cadena de fallos institucionales, desde la aduana hasta los más altos niveles gubernamentales, lo que avivó la indignación ciudadana en un país ya sumido en crisis económicas y políticas. Pese a las promesas iniciales, el proceso judicial ha enfrentado múltiples obstáculos, incluyendo presiones políticas y la falta de voluntad para llevar a los responsables ante la justicia.
Organizaciones de derechos humanos y colectivos de víctimas denuncian que las demoras en las investigaciones no son simples trabas burocráticas, sino estrategias para diluir cualquier posibilidad de condena. Se acusa a figuras clave de obstruir el proceso, alegando inmunidad o buscando la recusación de jueces. Mientras tanto, la crisis económica en el Líbano, con una moneda en caída libre y servicios básicos colapsados, ha relegado las demandas de justicia a un segundo plano en el discurso público.

A pesar de todo, la sociedad civil libanesa sigue presionando. Movimientos como Llamado por la Justicia mantienen vigentes las marchas y actos conmemorativos para honrar a las víctimas y exigir transparencia. Plataformas internacionales también han vuelto a poner el foco en el caso tras años de estancamiento, pero sin avances judiciales concretos, la desesperanza crece entre quienes perdieron familiares o sustento aquel día.
El aniversario llega en un momento crítico: mientras el mundo observa otros conflictos globales, el Líbano enfrenta el desafío de no permitir que la tragedia de Beirut caiga en el olvido. La pregunta sigue en el aire: ¿habrá justicia para una de las mayores catástrofes no naturales de la historia reciente? Por ahora, solo el tiempo —y la voluntad política— tendrán la respuesta.

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