Redacción - El Semanal
El fenómeno Demon Slayer: Kimetsu no Yaiba – El Castillo Infinito ha revolucionado la taquilla estadounidense, convirtiéndose en el estreno más exitoso de la historia para una película de anime en Norteamérica. Con una recaudación estimada en 70 millones de dólares en su primer fin de semana, superó todas las expectativas y marcó un hito no solo para el género, sino también para Sony y Crunchyroll, distribuidor del filme. Este éxito refleja el crecimiento exponencial del anime en Occidente, especialmente entre audiencias jóvenes.
El impacto no se limita a Estados Unidos. A nivel internacional, la cinta sumó otros 49 millones de dólares en 49 mercados, alcanzando un total global de 132 millones en solo tres días. Desde su lanzamiento en Japón en julio, la película ya superaba los 200 millones, consolidando su récord en Asia. Con una inversión estratégica en salas IMAX —que representaron el 44% de sus ingresos en Norteamérica— y una narrativa que adapta el arc final del manga original, el filme ha logrado conectar tanto con críticos como con el público.
El elenco de voces originales, encabezado por Natsuki Hanae y Akari Kitō, regresa para dar vida a la épica batalla contra Muzan Kibutsuji, líder de los demonios. Dirigida por Haruo Sotozaki y producida por el estudio Ufotable, la película es la primera entrega de una trilogía cinematográfica que cerrará la aclamada serie. Su distribución, coordinada por Aniplex (filial de Sony), Toho y Crunchyroll, incluyó más de 40 territorios con formatos premium, reforzando su alcance.
Este éxito contrasta con el desempeño de otros estrenos. The Conjuring: Last Rites, que había dominado la taquilla semanas anteriores, cayó un 69% en recaudación, afectada por la competencia de Demon Slayer entre el público joven. Por su parte, Downton Abbey: The Grand Finale, adaptación de la serie británica, debutó con 18 millones en EE.UU., atrayendo principalmente a mujeres mayores de 55 años. Mientras, The Long Walk, basada en una novela de Stephen King, recaudó 11.5 millones, y el reestreno de Toy Story por su 30 aniversario sumó 3.5 millones.
El furor por Demon Slayer no solo revitaliza la taquilla tras un agosto débil, sino que confirma la madurez del anime como género masivo. Con cifras que rivalizan con producciones hollywoodenses y una base de fans cada vez más amplia, el filme sienta un precedente para futuras adaptaciones. ¿Será este el inicio de una nueva era para el cine de animación japonés en Occidente? Los números sugieren que, al menos, el fenómeno está lejos de desaparecer.
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