Un antiguo monumento icónico sucumbe al cambio climático en México
La Historia nos recuerda la fragilidad de las estructuras antiguas frente a los embates del clima global. Hace unos días, una pirámide precolombina en Michoacán, que había resistido el paso del tiempo durante más de 1.100 años, colapsó repentinamente bajo la presión de la lluvia incesante, dejando tras de sí un montón de escombros. Este monumento, ubicado en la Zona Arqueológica de Ihuatzio, se desmoronó debido a las fuertes lluvias que se filtraron a través de grietas provocadas por las altas temperaturas y la sequía prolongada, destruyendo la integridad de la estructura que había perdurado siglos.
Se trata de la pérdida de un tesoro antiguo que representa no solo una arquitectura impresionante, sino también un testimonio invaluable de la historia de la civilización. Construida hace más de mil años por los antepasados del pueblo Prepecha, esta pirámide era crucial para reconstruir la misteriosa historia de esta comunidad indígena en el noroeste de Michoacán. Los arqueólogos sugieren que este emblemático monumento era utilizado para sacrificios humanos en honor a Curicaueri, el dios asociado a la victoria y la luz del sol.
La Zona Arqueológica de Ihuatzio, ubicada cerca del antiguo pueblo de Tzintzuntzan en las orillas del Lago de Pátzcuaro, era un lugar de culto y ceremonias para los purépechas, una cultura que surgió en el siglo XIV y se convirtió en una de las más grandes de Mesoamérica tras resistir los intentos de conquista de los aztecas y los colonos españoles. La zona, construida sobre una meseta elevada artificialmente, albergaba terrenos ceremoniales y un observatorio de gran importancia para esta civilización.
Los descendientes del pueblo Prepecha consideran este colapso como un mal augurio, un presagio siniestro de desastres inminentes. Según su cosmovisión, un evento similar precedió la llegada de los conquistadores, atribuyendo este trágico suceso a Shena K’eri Kurikweri, la expresión de su insatisfacción ante lo ocurrido.
El INAH, Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, atribuye este desastre a las condiciones climáticas extremas de la región. Las altas temperaturas previas y la sequía generaron grietas que permitieron la filtración del agua y la consecuente degradación de la estructura prehispánica, haciendo inevitable su colapso. Actualmente, se están llevando a cabo labores de evaluación de daños y restauración para preservar no solo los restos afectados, sino también la integridad del sitio arqueológico en su totalidad.
Este trágico evento no solo representa la pérdida de un monumento histórico invaluable, sino que también nos insta a reflexionar sobre la urgencia de abordar el cambio climático y proteger nuestro patrimonio cultural ante los desafíos que enfrenta la humanidad en la actualidad. Es necesario adoptar medidas inmediatas para preservar y proteger estos vestigios del pasado que nos conectan con nuestras raíces y nos enseñan lecciones valiosas sobre nuestra historia y nuestro entorno.
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