En una reciente noticia se ha establecido una preocupante conexión entre eventos climáticos extremos repetidos y el aumento de problemas de salud mental y trauma en la población. Esto se evidencia en estudios realizados durante la última década, que han mostrado un crecimiento alarmante de problemas de salud mental relacionados con inundaciones y otros desastres climáticos en diferentes regiones del país.
Uno de los casos más impactantes es el de Jennifer Moore, residente de la calle Stannus en Windsor, Nueva Escocia, quien ha experimentado repetidas inundaciones en su propiedad en los últimos años. Tras sufrir la inundación de su sótano con aguas contaminadas en varias ocasiones, se enfrenta no solo a los daños materiales, sino también a problemas de salud mental como estrés, dolores de cabeza y náuseas, relacionados con la constante amenaza de desastres climáticos en su localidad.
La psicóloga Stefania Maggi, de la Universidad de Carleton, destaca la importancia de reconocer el impacto emocional duradero que pueden tener eventos climáticos extremos, como incendios, inundaciones y olas de calor, en la población. La sensación de impotencia ante el cambio climático y la falta de control sobre futuros desastres pueden generar ansiedad, estrés y otros trastornos emocionales a corto y largo plazo.
Por su parte, Theodore Cosco, profesor asociado del departamento de gerontología de la Universidad de Simon Fraser, señala que la exposición repetida a eventos climáticos extremos puede tener consecuencias devastadoras en la salud mental de las personas, tanto a nivel individual como comunitario. Desde trastornos de estrés postraumático hasta ansiedad generalizada, los efectos psicológicos de estos desastres pueden manifestarse de diversas formas y afectar a distintos grupos de edad.
Los vecinos de Jennifer Moore, como Amanda Dunfield, también han experimentado situaciones similares de inundaciones y estrés relacionado con la falta de medidas preventivas y de apoyo por parte de las autoridades locales. La sensación de pérdida, impotencia y frustración ante la falta de soluciones efectivas para proteger sus hogares y garantizar su seguridad en medio de eventos climáticos extremos es una realidad que afecta a muchas comunidades vulnerables.
En este contexto, es fundamental que se tomen medidas urgentes para abordar no solo las consecuencias materiales de los desastres climáticos, sino también los efectos psicológicos y emocionales que afectan la salud mental de la población. La resiliencia y el apoyo comunitario son clave para enfrentar este desafío global y proteger la salud integral de las personas frente a eventos climáticos cada vez más frecuentes e intensos.
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