En estos días de verano, las temperaturas muy elevadas se hacen presentes en muchos rincones del país. Es el pan nuestro de cada estío y toca sobrellevar el calor de la mejor forma posible. No podemos perder de vista un dato importante: las olas de calor y temperaturas extremas pueden afectar a la salud cardiovascular. Diversos estudios confirman la existencia de una relación entre la exposición al sofocante calor y el mayor riesgo de mortalidad por enfermedades cardiovasculares, incluyendo a las mujeres como uno de los principales grupos de riesgo.
Una de las claves está en que la exposición al calor requiere de unas determinadas respuestas por parte del organismo que pueden incrementar el riesgo cardiovascular, especialmente en aquellas personas que son más propensas a problemas circulatorios o arteriales. Se observa un aumento de la demanda metabólica y de la velocidad de coagulación de la sangre, desequilibrios electrolíticos y respuesta inflamatoria sistémica, que pueden llevar a un aumento de la presión sobre el corazón.
El calor extremo incrementa las posibilidades de sufrir una descompensación en pacientes cardiológicos, especialmente aquellos con insuficiencia cardíaca, debido a la vasodilatación y la hipotensión. El esfuerzo adicional requerido por el corazón para bombear más sangre y mantener la presión arterial puede desencadenar problemas como la angina de pecho o descompensación de insuficiencia cardíaca.
Otros factores como la humedad que dificultan la evaporación del sudor pueden elevar la temperatura corporal y la frecuencia cardíaca, provocando golpes de calor o descompensaciones cardíacas. Estudios confirman que el calor puede provocar cardiopatía isquémica, accidentes cerebrovasculares, insuficiencia cardíaca y arritmias, siendo las mujeres más vulnerables debido a factores hormonales.
Los expertos señalan que el sistema circulatorio se ve afectado por el calor, ya que el organismo pierde más líquidos en esta época, disminuyendo la circulación sanguínea y provocando síntomas como bajada de la tensión arterial, mareos, y en casos extremos, síncopes o golpes de calor.
Para prevenir problemas cardiovasculares durante el calor, es fundamental aumentar la hidratación, evitar cambios bruscos de temperatura, seguir una dieta saludable, controlar la sal y las grasas, usar ropa ligera y transpirable, y evitar la exposición al calor en las horas centrales del día.
En verano, el manejo y tratamiento de la insuficiencia cardíaca desde la Unidad de Cardiología es clave para evitar ingresos habituales de pacientes y mejorar su calidad de vida. Ajustar medicamentos como diuréticos y fármacos hipotensores, y fomentar el autocuidado en áreas como mantenimiento, monitorización y automanejo son importantes para el manejo de esta condición en épocas de calor.
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