A medida que se acercan las elecciones en Estados Unidos, la administración Biden se encuentra moviendo sus piezas en el complicado tablero de la guerra comercial con China. La estrategia arancelaria de la Casa Blanca se enfoca en restringir el acceso de Beijing a tecnología clave, como los chips de la empresa ASML, con amenazas y medidas unilaterales. Sin embargo, algunos países como Países Bajos han cedido ante la presión estadounidense, mientras que Corea del Sur, el segundo mayor productor de chips del mundo, ha optado por no alinearse con Washington, complicando aún más la situación.
En medio de este escenario, surge un desafío crucial para la Casa Blanca: el contrabando de un gran número de chips de próxima generación de Nvidia hacia China. A pesar de los esfuerzos de Estados Unidos y sus aliados para imponer sanciones y restricciones a China, la realidad del contrabando deja al descubierto las debilidades de las medidas implementadas hasta el momento. Empresas chinas han logrado acceder a chips Nvidia de última generación a precios más bajos, desafiando las prohibiciones impuestas por el Departamento de Comercio.
La presencia de estos chips en China representa un golpe para Washington, que buscaba limitar el acceso del gigante asiático a tecnología puntera. Sin embargo, la venta de estos chips prohibidos en plataformas chinas de comercio electrónico y su disponibilidad en servicios de computación en la nube muestran las dificultades de controlar el mercado negro en este sector.
Además, la compleja red de distribución y contrabando de chips se extiende más allá de las fronteras, involucrando a proveedores en países como Singapur, Malasia, Vietnam y Taiwán. Estos actores operan en la sombra, evitando grandes envíos para no levantar sospechas y aprovechando ventajas económicas en regiones como Macao y Hong Kong para facilitar el flujo de mercancías hacia China.
El negocio de contrabando de chips de Nvidia revela las múltiples capas de desafíos y complicaciones en la guerra de los chips entre China y Estados Unidos. A medida que la demanda de chips para inteligencia artificial y computación de alto rendimiento aumenta, las empresas y organizaciones buscan cubrir sus necesidades, incluso si eso implica recurrir a canales no autorizados. La lucha por el control de la tecnología en un escenario globalizado plantea desafíos significativos que van más allá de las sanciones y medidas reguladoras establecidas.
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