Redacción - El Semanal
En medio de una tragedia que conmocionó a la pequeña localidad de Uvalde, en Texas, una estudiante de cuarto grado, Khloie Torres, realizó desgarradoras llamadas al 911 mientras se escondía en su salón de clases. En un susurro angustioso, la niña de 10 años clamaba por ayuda, describiendo la presencia de varios cuerpos y expresando su deseo de no morir. «Por favor, no quiero morir. Mi profesora está muerta. ¡Dios mío!», alcanzó a decir Khloie en medio de la desesperación.
Las llamadas de auxilio de Khloie, junto con imágenes de cámaras corporales y videos de vigilancia del tiroteo ocurrido el 24 de mayo de 2022 en la Escuela Primaria Robb, fueron liberadas por funcionarios de la ciudad de Uvalde tras una prolongada batalla legal. Este ataque dejó un saldo trágico de 19 estudiantes y dos maestros fallecidos, siendo considerado uno de los peores tiroteos en la historia de las escuelas de Estados Unidos.
La demorada respuesta de las fuerzas del orden ante la tragedia ha sido duramente criticada, ya que cerca de 400 agentes esperaron más de 70 minutos antes de confrontar al agresor en un salón lleno de niños y maestros muertos y heridos. Familiares de las víctimas han exigido durante mucho tiempo responsabilidad por la lenta reacción policial en esta ciudad del sur de Texas.
Brett Cross, tío de Uziyah Garcia, uno de los niños fallecidos, expresó su indignación por la falta de comunicación con los familiares y la tardanza en la divulgación de los registros. La amarga realidad de no poder cambiar el pasado ha llevado a las familias a exigir justicia, rendición de cuentas y transparencia, un clamor que hasta el momento ha encontrado resistencia por parte de las autoridades locales.
La liberación de información el pasado sábado ha avivado el enojo persistente entre los afectados, quienes ven reflejada en los registros la inacción de las fuerzas del orden. Jesse Rizo, familiar de Jacklyn Cazares, otra de las víctimas mortales, lamentó que la demora en la intervención de la policía pudiera haber costado vidas que tal vez se podrían haber salvado.
Los informes posteriores de investigaciones federales y estatales han puesto al descubierto una serie de problemas en la formación policial, la comunicación, el liderazgo y la tecnología, cuestionando si los oficiales priorizaron sus propias vidas sobre las de los niños y maestros presentes en la tragedia. Todo esto ha generado un profundo cuestionamiento sobre el actuar de las autoridades en situaciones de crisis como la afrontada en la Escuela Primaria Robb.
En medio de angustiosas llamadas al 911 de los propios docentes, describiendo una lluvia de disparos, y de desesperados intentos de familiares por contactar al agresor para poner fin a la masacre, se revela un panorama desolador de lo ocurrido en Uvalde. A pesar de la tragedia, la comunidad busca ahora respuestas, justicia y un cambio en los protocolos de respuesta ante emergencias de esta magnitud.
La pesadilla vivida en la Escuela Primaria Robb ha dejado heridas profundas en la comunidad de Uvalde, pero también ha despertado un clamor por un accionar más efectivo y rápido de las autoridades en situaciones críticas que involucren la seguridad de niños y educadores. La búsqueda de responsabilidad y justicia continúa, mientras las secuelas de esta tragedia siguen marcando a una comunidad que nunca olvidará este fatídico día.
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