Redacción - El Semanal
Alfred «Al» Attles, una leyenda de la NBA que se desempeñó como jugador, entrenador y gerente general de los Warriors, falleció a la edad de 87 años en su hogar en el área de la bahía de San Francisco.
Attles, conocido como «The Destroyer» por su estilo físico de juego, fue una figura emblemática de los Golden State Warriors durante más de seis décadas. Se unió al equipo en 1960 después de ser seleccionado en la quinta ronda del draft por el entonces equipo de Filadelfia, estableciendo así el periodo más prolongado de un individuo con una sola franquicia en la historia de la liga.
Como base de 6 pies, Attles promedió 8.9 puntos, 3.5 asistencias y 3.5 rebotes en 711 juegos con los Warriors a lo largo de 11 temporadas, siendo su camiseta número 16 retirada por la franquicia. Su legado abarca no solo el ámbito deportivo, sino también su dedicación a la comunidad de la bahía de San Francisco y su compromiso como hombre de familia y humanitario.
Además de sus logros como jugador, Attles se destacó como uno de los primeros entrenadores afroamericanos en la NBA. Dirigió a los Warriors de 1970 a 1983, llevándolos al título de la NBA en 1975 con una barrida de cuatro juegos sobre los Washington Bullets. Sus 557 victorias como entrenador son las más en la historia de la franquicia, y posteriormente desempeñó roles como gerente general, vicepresidente y consultor en la organización.
Su contribución al baloncesto fue reconocida con su inclusión en el Salón de la Fama del Baloncesto Naismith en 2019, y previamente fue honrado con el Premio al Logro de toda una Vida John R. Bunn en 2014. Para los Warriors y sus seguidores, Al Attles representa la esencia de la franquicia a lo largo de generaciones, siendo una figura emblemática que ha dejado una huella imborrable.
En medio de múltiples hitos y destacadas actuaciones a lo largo de diferentes épocas del baloncesto, Attles siempre mantuvo una perspectiva humilde y elogió el talento de los jugadores, priorizando el trabajo en equipo y el espíritu de camaradería. Su enfoque individual y su ética de trabajo influyeron en generaciones de jugadores, estableciendo un legado perdurable en la historia de los Warriors y la NBA en su conjunto.
La pérdida de Al Attles deja un vacío en la familia de los Warriors y en la comunidad del baloncesto, pero su legado perdurará como ejemplo de excelencia deportiva, liderazgo y dedicación a lo largo de los años. Su contribución al deporte y a la sociedad en general lo convierten en una figura inolvidable, cuyo impacto trasciende las canchas de baloncesto y llega al corazón de todos los que tuvieron el privilegio de conocerlo y admirarlo.
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