Kamala Harris recibe la responsabilidad presidencial de Joe Biden.

Con la decisión de Joe Biden de poner fin a su candidatura a la reelección y respaldar a la vicepresidenta Kamala Harris, los demócratas se enfrentan ahora a un escenario inédito en esta etapa avanzada del año electoral. La Convención Democrática que tendrá lugar en Chicago entre el 19 y el 22 de agosto, iba a ser la coronación de Biden, pero se convierte ahora en una contienda abierta en la que cerca de 4.700 delegados deberán elegir un nuevo candidato para desafiar al republicano Donald Trump en otoño.

El camino a seguir no es ni fácil ni evidente, incluso con el respaldo de Biden a Harris. Aún quedan preguntas sin respuesta sobre logística, financiamiento y consecuencias políticas.

Una de las cuestiones clave radica en si Biden puede redirigir a sus delegados. Aunque ganó todas las primarias estatales y caucus a principios de este año, las normas del partido no le permiten transferir sus delegados a otro candidato. Sin embargo, su respaldo probablemente tenga un peso significativo.

Ante la renuncia de Biden, los demócratas comienzan técnicamente con una convención abierta, aunque en la práctica, su respaldo sitúa a Harris en una posición delicada. La presión recae ahora en ella para asegurar el apoyo de los más de 4.000 delegados de los estados, territorios y el Distrito de Columbia, así como de más de 700 superdelegados, que incluyen líderes partidistas, ciertos funcionarios electos y ex presidentes y vicepresidentes.

Surge la interrogante de si alguien desafiará a Harris. Antes de la decisión de Biden, se mencionaba a los gobernadores de California y Michigan, Gavin Newsom y Gretchen Whitmer respectivamente, como posibles contendientes junto a Harris. Sin embargo, muchos consideran que sería arriesgado pasar por alto a la primera mujer, primera mujer negra y primera persona de ascendencia asiática del sur en ocupar un cargo nacional.

En cuanto a los fondos de campaña de Biden, que ascienden a 91 millones de dólares, los expertos coinciden en que Harris podría tener control sobre esos fondos, ya que la campaña se estableció a su nombre y al de Biden. Si los demócratas nominan a otra persona, las cuentas del partido podrían beneficiar al candidato, pero la cuenta Biden-Harris tendría más restricciones.

La nominación para la vicepresidencia siempre requiere de una votación separada en la convención. Si Harris consolida rápidamente su apoyo, podría elegir su candidato y que los delegados lo ratifiquen. Sin embargo, en caso de una lucha prolongada, la vicepresidencia podría convertirse en parte de un intercambio de favores, reviviendo prácticas de convenciones pasadas.

Ante la posibilidad de que los republicanos intenten evitar que Harris aparezca en las papeletas estatales, es probable que surjan disputas legales en este clima hiperpartidista. A pesar de las amenazas de algunos conservadores, las leyes estatales no suelen prescribir cómo los partidos eligen a sus candidatos presidenciales.

La incertidumbre y los desafíos futuros marcan el camino de los demócratas en esta nueva etapa electoral, donde se perfilan decisiones cruciales y situaciones inesperadas que requerirán astucia y estrategia política para afrontarlas con éxito y cohesión.

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Escrito por Redacción - El Semanal

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