La industria de la belleza se enfrenta a una revolución impulsada por la generación Alfa, también conocida como los «niños de Sephora». Estos jóvenes consumidores, cuyas edades van desde los 6 hasta los 15 años, están redefiniendo el mercado con sus preferencias y hábitos de compra. Según investigaciones recientes, esta generación ha incrementado su gasto en productos de belleza de 8 mil millones de dólares en 2023 a 14 mil millones en 2024, lo que la convierte en la generación más valiosa para la industria.
Los expertos señalan que los consumidores de la generación Alfa no se dejan llevar por las etapas convencionales de la vida; en su lugar, sus comportamientos, valores y experiencias están en constante evolución. Para ellos, el teléfono se ha convertido en su destino de belleza principal, mientras que las redes sociales como TikTok se han transformado en sus contadores de belleza y los filtros de realidad aumentada en sus barras de muestreo.
Una de las características más destacadas de esta generación es la rápida evolución de sus preocupaciones sobre la piel, que cambian aproximadamente cada 18 a 24 meses, pasando por temas como la hidratación, el acné y más. Además, su marca favorita cambia cada 120 días, lo que exige a las empresas de belleza acelerar y personalizar el desarrollo de productos.

Para conectar con esta audiencia, las marcas están recurriendo al uso de la inteligencia artificial (IA). Actualmente, la IA se utiliza para ofrecer recomendaciones de productos personalizados basados en las preocupaciones individuales de los consumidores. Sin embargo, los expertos prevén que en el futuro, la IA podría usarse para crear fórmulas base con ingredientes adaptables que respondan en tiempo real a los cambios ambientales, al estrés y a las variaciones en la piel.
Si bien la IA ofrece enormes posibilidades, también conlleva riesgos, como la internalización de sesgos en los datos con los que se entrena. Por lo tanto, es crucial que las empresas de belleza aborden esta tecnología con precaución y se familiaricen con sus posibles riesgos antes de implementarla.
La tendencia hacia la «medicalización» de la belleza es otro fenómeno destacado. Con el auge de los medicamentos como Ozempic y el movimiento de longevidad, el futuro de la belleza se vislumbra cada vez más «médico». Esto implica que los consumidores están recurriendo a la medicina integrada para resolver sus preocupaciones estéticas, y la formulación de productos está cambiando de «limpio» a «clínico» y «médico».
Según datos recientes, el 60% de los consumidores considera muy importante comprar productos de longevidad, y el 70% planea aumentar sus compras en el futuro. Además, el 79% de los cirujanos plásticos afirma que el deseo de verse mejor en las selfies y videollamadas es una de las principales razones por las que los consumidores buscan procedimientos cosméticos.
Para resonar con estos consumidores, las marcas deben enfocarse en fórmulas basadas en la ciencia, envases y experiencias de compra en línea con señales visuales clínicas, colaborar con dermatólogos y esteticistas, y aumentar las inversiones en investigación y desarrollo de productos. En este sentido, se plantea que la industria podría lograr un impacto significativo si destinara más recursos a resolver problemas que a vender.
En resumen, la industria de la belleza está en un momento crucial, impulsada por la generación Alfa y la adopción de tecnologías como la IA. Aquellas marcas que logren adaptarse a estos cambios y centrarse en la resolución de problemas estarán mejor posicionadas para triunfar en este mercado en constante evolución.

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