Nobel mexicano comparte consejos tras descubrir gases en agujero de ozono

Mario Molina: La historia del hombre que salvó la capa de ozono

En un mundo donde la ciencia y la curiosidad se entrelazan para resolver problemas de gran envergadura, la figura de Mario Molina, primer mexicano en recibir el Premio Nobel de Química en 1995, destaca como un ejemplo de dedicación y compromiso con el medio ambiente.

Molina, conocido por su investigación sobre los gases CFC (clorofluorocarbonos) y su impacto en la capa de ozono, revela en una entrevista con BBC Mundo la historia detrás de su descubrimiento crucial. Motivado por la pura curiosidad científica, Molina pudo identificar que los CFC eran los culpables de la destrucción de la capa de ozono, lo que desencadenó una acción internacional para detener la producción de estos gases.

Gracias a su trabajo y el del profesor F. Sherwood Rowland, se logró impulsar el Protocolo de Montreal, un acuerdo que prohibió la producción de los compuestos dañinos para la capa de ozono. Cuarenta años después, las señales de recuperación de la capa de ozono son evidentes, demostrando que las medidas tomadas a tiempo tuvieron un impacto positivo.

En vísperas de una cumbre de la ONU en Nueva York sobre el cambio climático, Molina destaca la importancia de seguir luchando por acuerdos globales para proteger el medio ambiente. A través de su experiencia, el científico responde a preguntas sobre la recuperación de la capa de ozono, los efectos de los gases contaminantes y la necesidad de involucrar a la sociedad en la protección del planeta.

Desde su perspectiva, Molina enfatiza la importancia de la ciencia latinoamericana en el contexto global y destaca la necesidad de invertir en educación y investigación para alcanzar niveles equiparables a los países desarrollados. Su consejo para las nuevas generaciones es claro: seguir la pasión por la ciencia, aprovechar los recursos disponibles y no darse por vencidos en la búsqueda de descubrimientos que beneficien a la humanidad.

La historia de Mario Molina es un recordatorio del poder de la curiosidad y el compromiso en la lucha por preservar nuestro planeta. Su legado perdurará como un ejemplo de cómo la ciencia puede marcar la diferencia en el mundo.