La semana pasada, el FBI reveló que Irán intentó proporcionar a los demócratas material robado de la campaña de Donald Trump, siendo esta la última denuncia de interferencia extranjera en las elecciones de Estados Unidos. La campaña presidencial de 2024 ha sido testigo de varios esfuerzos por parte de adversarios para socavar la fe en los resultados y posiblemente alterarlos. Aunque gran parte de la atención se ha centrado en Irán, Rusia sigue siendo vista como la mayor amenaza.
La administración de Biden ha tomado medidas agresivas en las últimas semanas para denunciar estas operaciones con la esperanza de alertar a los estadounidenses para que permanezcan vigilantes ante los variados y a menudo ocultos esfuerzos extranjeros para influir en sus posiciones sobre temas candentes y en los candidatos.
Irán es acusado de hackear la campaña de Trump y tratar de difundir las comunicaciones internas que robaron. También intentaron acceder a la campaña presidencial demócrata, pero no hay indicios de que hayan tenido éxito en sus esfuerzos. Varios medios de comunicación informaron el mes pasado que recibieron información aparentemente robada pero se negaron a publicarla.
El FBI reveló recientemente que operativos iraníes ofrecieron a personas asociadas a la campaña de Biden información robada del bando de Trump. A pesar de los intentos de Irán de llevar a cabo una operación de hackeo y filtración, no hubo evidencia de que los demócratas hayan accedido al material robado.
Morgan Finkelstein, portavoz de la campaña de Kamala Harris, afirmó que la información no fue enviada directamente a la campaña, sino a unas pocas personas asociadas a la misma, y que los correos electrónicos parecían ser intentos de phishing o spam. Por otro lado, Trump ha aprovechado el anuncio del FBI para hacer afirmaciones no fundamentadas, alegando que la campaña de Harris estaba espiándolo ilegalmente.
El objetivo de Irán, según los oficiales de inteligencia de EE.UU., es fomentar la discordia en Estados Unidos y socavar la confianza pública en la integridad de unas elecciones que Teherán considera cruciales para sus propios intereses de seguridad. Además, en 2020, se vinculó a Irán con una campaña de influencia encubierta destinada a socavar las perspectivas de reelección del expresidente Trump.
A pesar de las preocupaciones en torno a Irán, el gobierno de EE.UU. sigue considerando a Rusia como la principal amenaza para la integridad de las elecciones. El Departamento de Justicia anunció recientemente dos casos criminales que exponen hasta qué punto Rusia está dispuesta a influir en las elecciones. Uno de los casos involucra a empleados de RT, una empresa de medios estatales rusos, que habrían financiado videos pro-Rusia a través de empresas ficticias en Tennessee.
Estos eventos muestran la complejidad y gravedad de la interferencia extranjera en las elecciones estadounidenses, poniendo de manifiesto la necesidad de estar alerta y proteger la integridad del proceso democrático.
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