Redacción - El Semanal
El icónico cofundador de Apple, Steve Jobs, solía desplazarse desde su hogar en Palo Alto hasta la sede de la empresa en Cupertino en su lujoso Mercedes-Benz SL55 AMG, un viaje que realizaba con frecuencia en compañía de amigos. Este exclusivo vehículo, valuado en aproximadamente $120,000, era especial por una razón particular: carecía de matrícula, desafiando así las leyes de California.
Contrario a lo que se pudiera pensar, Jobs no infringía la ley, sino que encontraba una solución creativa para evitar problemas con las autoridades: cambiaba su Mercedes por uno nuevo cada seis meses. Esta estrategia se basaba en las regulaciones locales que permiten a los autos nuevos circular sin identificación por un período de hasta 180 días, evitando así revelar información personal a través de las placas de matrícula.
El empresario, conocido por su visión innovadora, optaba por proteger su privacidad al evitar tener matrículas en su vehículo, lo cual le valió únicamente dos citaciones por exceso de velocidad en Santa Clara entre 2006 y 2010. Esta peculiar práctica reflejaba su enfoque disruptivo y su preocupación por mantener un perfil discreto en ciertos aspectos de su vida.
A pesar de sus extravagancias, como encargar la construcción de un lujoso yate de $120 millones con líneas minimalistas que rememoraban el estilo de los productos Apple, Jobs también mostraba una faceta austera al no llenar su hogar con muebles y al desarrollar ideas en una «habitación secreta» en Pixar. Estos contrastes revelaban la complejidad de un hombre que marcó un antes y un después en la industria tecnológica.
En resumen, la peculiaridad de Steve Jobs al conducir un Mercedes sin matrícula residía en su habilidad para encontrar soluciones creativas dentro de los límites legales, demostrando una vez más su genio innovador y su enfoque único para proteger su privacidad y mantener un bajo perfil en ciertos aspectos de su vida.
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