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La escasez de patatas tensiona el gobierno de Lukashenko en Bielorrusia

La crisis de la papa en Bielorrusia: escasez, precios elevados y descontento social

Desde hace meses, los estantes de los supermercados bielorrusos exhiben un problema que parecería trivial pero que revela grietas profundas en el sistema: la escasez de patatas. Lo que comenzó como quejas por precios desorbitados o productos de mala calidad ha escalado hasta convertirse en un tema de debate nacional, incluso llegando al escritorio del presidente Alexander Lukashenko, conocido irónicamente como el "primer agricultor" del país.

Exportaciones y controles fallidos

El origen del conflicto parece radicar en la disparidad de precios entre los mercados local e internacional. Mientras en Bielorrusia el gobierno impone topes de precios —fijando el kilo de patatas en aproximadamente 0,32 euros—, en Rusia los productores pueden venderlas al doble. Este incentivo ha llevado a muchos agricultores a priorizar las exportaciones, dejando el mercado interno desabastecido. Las autoridades intentaron contener la fuga de productos con licencias obligatorias para la exportación, pero la medida no ha logrado estabilizar la situación.

Descontento ciudadano y respuestas oficiales

Las redes sociales se han inundado de testimonios ciudadanos. En TikTok, usuarios muestran patatas "verdes como el Increíble Hulk" o directamente ausentes de los comercios. "No encuentro repollo ni en la ciudad ni en el campo", relata un hombre en un video, mientras otros cuestionan abiertamente las políticas agrarias del gobierno.

Por su parte, el Ministerio de Regulación Antimonopolio y Comercio (MART) insiste en que el desabastecimiento es una "ficción", respaldando su postura con inspecciones a almacenes donde, según ellos, no se detectaron irregularidades. Sin embargo, medios independientes como Zerkalo han documentado casos como la "desaparición" de más de mil toneladas de patatas en la región de Vitebsk, sugiriendo opacidad en el manejo de las reservas.

Lukashenko y el negocio agrícola

La ironía no pasa desapercibida: Lukashenko, cuyos negocios agroindustriales abarcan desde la producción de patatas hasta su distribución en China, ha visto crecer sus ganancias un 20% en el último año, según investigaciones de medios independientes. Mientras tanto, los ciudadanos enfrentan dificultades para acceder a un producto básico. "¿Cómo vamos a vivir si no podemos subir los precios?", se quejan los agricultores locales, atrapados entre las exigencias del Estado y la presión del mercado.

¿Solución a la vista?

Ante la presión, el gobierno ajustó temporalmente los precios máximos y prometió acciones "ágiles" para garantizar el suministro. Pero la confianza pública sigue erosionándose. Analistas económicos como Sergei Chalyi critican las medidas como parches inflacionarios: "Un día el precio sube un 30%, y ¿nos dicen que no hay inflación?".

Con la próxima cosecha prevista para junio, muchos bielorrusos esperan que la situación mejore. Pero el malestar persiste, no solo por las patatas, sino por lo que simbolizan: un sistema donde las prioridades económicas parecen alejarse cada vez más de las necesidades cotidianas de la población.

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Escrito por Redacción - El Semanal

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