La ONU expresa alarma ante las detenciones de mujeres afganas por incumplir el código de vestimenta talibán
En los últimos meses, las autoridades afganas han intensificado la aplicación de estrictas normas de vestimenta, lo que ha llevado a un aumento preocupante en el número de detenciones de mujeres y niñas en el país. Fuentes locales y organizaciones internacionales han documentado casos de arrestos arbitrarios, principalmente en Kabul, donde agentes del denominado Ministerio para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio han llevado a cabo redadas en espacios públicos para asegurar el cumplimiento de la interpretación talibán de la ley islámica.
El código impuesto exige que las mujeres oculten completamente su cuerpo con vestimentas holgadas y cubran su rostro, preferiblemente con un velo integral. Aquellas que no cumplan con estos requisitos enfrentan multas, amenazas o, como ha ocurrido recientemente, la reclusión en centros de detención no oficiales. Algunas afectadas han denunciado maltratos psicológicos y condiciones inhumanas durante su arresto.

La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha mostrado su preocupación por estas prácticas, calificándolas como una violación sistemática de las libertades fundamentales. También ha señalado que la imposición coercitiva de estas normas no tiene fundamento en el derecho internacional y va en contra de los compromisos iniciales del régimen talibán de respetar ciertos derechos de las mujeres. Sin embargo, las autoridades afganas han justificado las medidas como parte de su política de "protección moral".
Organizaciones defensoras de los derechos humanos han alertado sobre el impacto psicológico y social de estas acciones, que limitan aún más la ya reducida participación femenina en la vida pública. Desde la reinstauración del Emirato Islámico en 2021, las afganas han visto desaparecer progresivamente su acceso a la educación secundaria y terciaria, al empleo formal y a la libertad de movimiento sin un acompañante masculino.
Aunque algunas mujeres intentan resistir adaptando su vestuario de manera estratégica, la represión continúa escalando, generando un ambiente de miedo e incertidumbre. Activistas dentro y fuera del país han pedido a la comunidad internacional ejercer mayor presión diplomática, aunque hasta ahora las gestiones han tenido un efecto limitado ante la consolidación del gobierno talibán.
Mientras tanto, asociaciones locales trabajan en la sombra para ofrecer asistencia legal y apoyo psicosocial a las afectadas, aunque operan bajo riesgos constantes. La situación plantea un desafío humanitario cada vez más complejo, en el que la moda—o más bien su control—se ha convertido en un instrumento de opresión.

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