La relación entre Canadá y Estados Unidos se mantiene en un equilibrio delicado, según declaraciones recientes del primer ministro Mark Carney, quien aseguró que el vínculo bilateral sigue siendo «bueno» pese a las tensiones comerciales que persisten entre ambos países. En sesión parlamentaria, Carney confirmó que mantiene comunicación frecuente con el presidente estadounidense Donald Trump, incluso a través de mensajes de texto, destacando que el mandatario, a sus 79 años, es «un hombre moderno».
El escenario no está exento de complicaciones. Los aranceles impuestos por Washington a productos canadienses, que en algunos sectores como el acero y el aluminio alcanzan el 50%, han tensado las negociaciones. Sin embargo, Carney subrayó que el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) protege alrededor del 85% de las exportaciones de su país, un logro que calificó como un «éxito». «Tenemos el mejor acuerdo con Estados Unidos en este momento», afirmó durante su intervención en la Cámara de los Comunes.
Los interrogantes no se hicieron esperar. Yves-François Blanchet, líder del Bloc Québécois, cuestionó la capacidad del gobierno para restablecer la confianza con la administración estadounidense. Carney respondió con firmeza, reconociendo «dificultades y retrocesos», pero reafirmando su compromiso con la defensa de los intereses canadienses. Aunque no confirmó una próxima visita a Washington, dejó claro que el diálogo sigue abierto, con conversaciones recientes centradas en conflictos geopolíticos como la guerra en Ucrania y las tensiones con China.

Frente a estos desafíos, el gobierno canadiense ha optado por una estrategia dual. Por un lado, destinar 5.000 millones de dólares para apoyar a los sectores afectados por los aranceles; por otro, impulsar políticas de fomento a la compra de productos locales, incluido un fondo de 1.000 millones para pequeñas y medianas empresas. Además, Carney advirtió sobre la necesidad de diversificar los mercados, intensificando la cooperación con Europa, Asia y América Latina.
El próximo año, el T-MEC enfrentará una revisión programada, un proceso que podría redefinir las reglas del juego en medio de un panorama económico global volátil. Mientras tanto, el primer ministro insiste en que, más allá de las diferencias, la relación con el vecino del sur se sostiene sobre bases sólidas. Pero en los pasillos del poder, muchos se preguntan hasta cuándo podrá mantenerse ese frágil equilibrio.

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