La legendaria banda ficticia Spinal Tap vuelve a los escenarios con su esperada secuela, Spinal Tap II: The End Continues, cuatro décadas después del debut del icónico falso documental que se convirtió en pieza de culto. Con la participación de los protagonistas originales—Christopher Guest (Nigel Tufnel), Michael McKean (David St. Hubbins) y Harry Shearer (Derek Smalls)—la película retoma el mismo tono irreverente y mordaz, esta vez bajo la dirección de Rob Reiner, quien repite como el documentalista Martin DiBergi.
La trama sigue a los miembros de la banda, ahora sumidos en sus propias peculiaridades: Nigel regenta una tienda de quesos y guitarras en el norte de Inglaterra, David compone música para podcasts de crímenes en California, y Derek administra un museo dedicado al pegamento, una aventura tan absurda como peligrosa. El reencuentro se produce cuando deciden organizar un último concierto en Nueva Orleans, a pesar de los rencores no resueltos y la ausencia de un baterista, tras la macabra tradición de que sus percusionistas sufran destinos trágicos.
El elenco suma estrellas invitadas como Paul McCartney y Elton John, quienes aportan cameos cargados de ironía, mientras que la nueva integrante Didi (interpretada por Valerie Franco) intenta mantenerse a flote entre el caos. Sin embargo, no todo brilla: el humor, aunque ingenioso, carece del impacto del original, dependiendo en exceso de la nostalgia y referencias internas. Escenas como la recreación de la icónica portada de Crosby, Stills & Nash o la desastrosa versión de Stonehenge con Elton John son momentos destacados, aunque otros gags, como las interrupciones de tours de fantasmas, resultan redundantes.

La secuela, calificada para mayores de 17 años y con una duración de 83 minutos, celebra el legado de la banda con dosis de sarcasmo y autoparodia. Aunque no alcanza la genialidad de su predecesora, The End Continues ofrece suficiente diversión para los seguidores incondicionales, confirmando que, incluso en su declive ficticio, Spinal Tap sigue siendo capaz de arrancar más de una sonrisa.
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