El cáncer de piel es uno de los más frecuentes a nivel mundial. En España, según datos del Observatorio del Cáncer de la Asociación Española Contra el Cáncer, se estima que en 2023 se diagnosticaron 20.392 nuevos casos, representando algo más del 8% del total de los cánceres diagnosticados en ese año, y siendo el quinto con mayor incidencia a nivel global.
La fotoprotección, la medida que más nos puede ayudar a prevenir este tipo de cáncer, que puede acabar siendo mortal, va más allá del simple uso de un protector solar. Fotoprotegerse implica adoptar una serie de hábitos saludables para mantener la salud de la piel y prevenir el daño solar, contribuyendo así activamente a la prevención del cáncer de piel. Sin embargo, cometemos algunos errores al usar la crema solar que pueden aumentar el riesgo de sufrir esta enfermedad.
¿Por qué el sol provoca cáncer? El sol daña nuestras células debido a la radiación ultravioleta (UV), que se divide en UVA y UVB. La radiación UVB es la más nociva y es la principal responsable de las quemaduras solares. Puede causar daños directos en el ADN de las células de la piel, provocando mutaciones que pueden llevar al desarrollo de cáncer de piel. La radiación UVA, por su parte, aunque es menos fuerte, penetra más profundamente en la piel y contribuye al envejecimiento prematuro y al daño celular a largo plazo.
Los tumores de la piel relacionados con el sol son principalmente los carcinomas basocelular y escamoso, así como el melanoma. Los carcinomas de piel son el 90% de los cánceres de piel siendo el más frecuente el denominado como basocelular. Se trata de un cáncer de crecimiento lento y que rara vez se disemina a otras partes del cuerpo. El carcinoma escamoso es menos común, pero más agresivo y tiene mayor probabilidad de crecer en profundidad bajo la piel y de extenderse a otras partes del cuerpo.
El melanoma, aunque menos frecuente, es más peligroso que cualquiera de los carcinomas. Se estima que para 2024 se detectarán cerca de 8.000 casos nuevos.
Ante este contexto, la doctora Pilar López Criado, responsable de la Unidad Multidisciplinar de Piel y Melanoma de MD Anderson Cancer Center Madrid, incide en la importancia del peligro de un retraso en el diagnóstico y de la necesidad de una mayor concienciación de los daños que el sol puede provocar en nuestra piel.
¿Cómo protegerse bien del sol? En primer lugar, es necesario adoptar una conducta de exposición responsable. Aunque usemos protector solar, es importante evitar la exposición prolongada durante las horas centrales del día, especialmente en verano, cuando la radiación solar es más intensa. Resguardarse en las sombras y en lugares frescos es un hábito de salud que ya conocían nuestros abuelos.
Hay que recordar, agrega la dermatóloga Iris González, de ENEA CLINICA, que el daño es acumulativo en el tiempo y que puede tener consecuencias graves en el futuro. Además, la piel tiene memoria, por lo que es importante cuidarla y protegerla desde que se es joven.
El bronceado saludable no existe. La estimulación de la pigmentación de la piel a través de la exposición al Sol, no es más que una señal de que la piel se está protegiendo del daño que está recibiendo. Es una especie de aviso o de alarma, comenta la dermatóloga Iris González.
Por otro lado, las personas con fototipos muy claros, con patologías o antecedentes de enfermedades de la piel, o con un número elevado de nevus melanocíticos (lunares), deben extremar estas precauciones. En los niños pequeños, es esencial inculcarles conductas responsables de exposición solar desde temprana edad.
¿Es suficiente la crema solar? Otro de los errores que cometemos es dejar todo el trabajo de fotoprotección a la crema solar. En este sentido, cada vez encontramos con más comercios que ofrecen prendas que la complementan. Por ejemplo, bañadores, camisetas, pantalones, etc con protección. Debemos informarnos bien y preguntar si se trata de ropa con UPF testado, similar al FPS de los cosméticos. También podemos usar otros tejidos frescos que cubran los hombros, escote y parte superior de los brazos. No hay que olvidar el uso de gafas de sol homologadas y accesorios como sombreros de ala ancha y gorras con visera. Todo ello forma parte de una buena protección solar.
Por último, hay que evitar el uso de cabinas UVA de bronceado y revisar periódicamente las lesiones pigmentadas en la piel son también consejos fundamentales. «Ante cualquier cambio importante en el aspecto de un lunar o mancha en la piel, como crecimiento, presencia de distintos colores, bordes irregulares, diámetro superior a 6 mm o evolución anómala, se debe consultar siempre al médico o dermatólogo», concluye la especialista.
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