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La geopolítica resurge tras el ocaso de la historia como relato único

La Moda como Reflejo de un Mundo en Transformación: Del "Fin de la Historia" a la Geopolítica Actual

La moda, más que un mero ejercicio estético, es un termómetro de las tensiones y cambios sociales. Si en los años 90 el triunfo aparente del modelo liberal-democrático parecía marcar una era de homogenización cultural —con marcas globales liderando tendencias—, hoy asistimos a una ruptura. Las pasarelas y el diseño contemporáneo ya no responden a un relato único, sino que reflejan la misma fragmentación geopolítica que define nuestro tiempo.

El ascenso de las identidades locales
Mientras Fukuyama pregonaba el "fin de la historia", la industria de la moda vivía su propia globalización: estandarización de tallas, hegemonía de las casas europeas y un consumismo descontextualizado. Sin embargo, la última década ha visto florecer diseñadores que rescatan técnicas ancestrales, desde los bordados mexicanos hasta los tejidos andinos, desafiando la uniformidad. Este movimiento no es casual: coincide con el resurgir de los nacionalismos y la revalorización de lo autóctono frente a un mundo interconectado pero desigual.

Lujo y pragmatismo: la influencia de los nuevos polos de poder
El desplazamiento del poder económico hacia Asia ha redefinido el mercado. Marcas como Shein o SSENSE no solo compiten con gigantes tradicionales; imponen una lógica distinta: velocidad, adaptabilidad y precios accesibles. China, con su combinación de autoritarismo y capitalismo, ha demostrado que la innovación no está reñida con modelos políticos alternativos al liberalismo occidental. ¿Acaso no es esto un espejo de la tesis fallida de Fukuyama? Mientras, en Occidente, la sostenibilidad —una respuesta a la crisis climática— se ha convertido en un lujo, evidenciando las contradicciones de un sistema que prometía progreso para todos.

Crisis y reinvención: la moda en tiempos de incertidumbre
La pandemia dejó en evidencia la fragilidad de las cadenas de suministro globales. Diseñadores como Gabriela Hearst o Marine Serre respondieron con colecciones que priorizaban lo local y lo atemporal, alejándose del "fast fashion". Este giro no es solo ético; es estratégico. En un mundo donde los conflictos comerciales y la escasez de recursos tensionan la producción, la autosuficiencia se vuelve una ventaja. La moda, como la geopolítica, aprende a navegar en la complejidad.

¿Hacia dónde caminamos?
El futuro de la moda parece dibujar un mapa multipolar: influenciado por las rutas comerciales de la seda digital, las tensiones en el Estrecho de Taiwán y las migraciones climáticas. Las telas recicladas, los diseños modulares y la inteligencia artificial en el diseño no son solo tendencias; son respuestas a un planeta que exige reinvención. La lección es clara: al igual que en la política internacional, en la moda ya no hay un solo camino. El "fin de la historia" fue, en el fondo, otra prenda que pasó de moda.

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Escrito por Redacción - El Semanal

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