La política canadiense se prepara para unos meses intensos con el regreso del Parlamento este otoño. Los debates prometen ser acalorados, especialmente en temas clave como vivienda, inmigración y economía, donde las diferencias entre el partido gobernante y la oposición son más que evidentes.
Uno de los enfrentamientos más esperados será entre el primer ministro, Mark Carney, y el líder conservador Pierre Poilievre, quien regresa a la Cámara de los Comunes después de ganar un escaño en una elección parcial en Alberta. Poilievre, conocido por su agudeza en los debates parlamentarios, ha prometido un tono más propositivo, aunque sus críticas a las políticas del gobierno liberal no han cesado. Por su parte, Carney, con menos experiencia en la dinámica parlamentaria, tendrá que afrontar el desafío de sostener sus reformas frente a un opositor experimentado.
El ministro de Finanzas, François-Philippe Champagne, presentará en octubre un presupuesto que busca equilibrar recortes en el gasto público con fuertes inversiones en defensa y vivienda. Los conservadores ya han tachado estas medidas de «gasto deficitario irresponsable». Mientras tanto, la ministra de Inmigración, Lena Metlege Diab, se enfrentará a críticas tanto de la oposición como de sectores que exigen mayor control migratorio, en un clima donde la opinión pública parece estar dividida.

En materia de vivienda, el gobierno acaba de lanzar un nuevo programa para impulsar la construcción de hogares, pero los analistas señalan que el ministro a cargo, Gregor Robertson, tendrá un rival difícil en el crítico conservador Scott Aitchison, considerado mejor preparado en este tema.
La política exterior también estará bajo el reflector, con la ministra de Relaciones Exteriores, Anita Anand, manejando dos conflictos internacionales clave y tensiones comerciales con Estados Unidos. El gabinete deberá navegar un otoño lleno de desafíos, mientras la oposición busca capitalizar cualquier desliz para reforzar su posición de cara a futuras elecciones.
Con la economía en jaque y la confianza de los ciudadanos en equilibrio, cada sesión parlamentaria podría definir el rumbo político de los próximos años. Y mientras los discursos se calientan en Ottawa, los canadienses esperan soluciones concretas más que batallas dialécticas.

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