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Presidente interino de Siria insta a tribus beduinas a respetar cese al fuego con los drusos

El delicado equilibrio étnico en Siria: enfrentamientos tribales y tensiones postguerra

Mientras Siria intenta reconstruirse tras más de una década de conflicto, las divisiones internas entre comunidades amenazan con resquebrajar cualquier avance hacia la estabilidad. En las últimas semanas, los violentos choques entre tribus beduinas suníes y milicias afiliadas a la minoría drusa han dejado cientos de muertos, según informes locales. El presidente interino, Ahmad al-Sharaa, ha hecho un llamado urgente al cese al fuego, pero las tensiones históricas y la desconfianza mutua ponen en riesgo cualquier acuerdo frágil.

El epicentro del conflicto se encuentra en las provincias del sur, donde beduinos y drusos han coexistido de manera tensa durante años. Aunque ambas comunidades compartieron adversarios durante la guerra civil, las disputas por el control de tierras, recursos y poder político han resurgido con ferocidad. Las milicias drusas, que en su momento se alinearon con el gobierno sirio, ahora se enfrentan a los grupos tribales suníes, quienes reclaman mayor participación en la reconstrucción y justicia tras años de marginación.

Fuentes cercanas a las negociaciones señalan que el llamado de al-Sharaa busca evitar una escalada mayor, pero el panorama es complejo. Los beduinos, históricamente nómadas y con una fuerte estructura tribal, exigen garantías de seguridad, mientras que los líderes drusos insisten en que sus milicias son necesarias para proteger a sus comunidades. Las autoridades han intentado mediar sin éxito en varias ocasiones, lo que refleja la profundidad de las grietas sociales.

El conflicto tiene ramificaciones internacionales. Algunos analistas sugieren que grupos externos podrían estar explotando las divisiones para desestabilizar aún más la región, donde países vecinos como Jordania e Israel mantienen una estrecha vigilancia. Además, la creciente influencia de actores no estatales, incluyendo facciones respaldadas por potencias regionales, añade otra capa de incertidumbre.

Para muchos sirios, estos enfrentamientos son un recordatorio doloroso de que la guerra no terminó con las armas sino que mutó en nuevas formas de violencia. Mientras tanto, la sociedad civil, exhausta tras años de sufrimiento, clama por soluciones duraderas que vayan más allá de los frágiles acuerdos temporales. La pregunta que ronda ahora es si las élites políticas estarán dispuestas a abordar las causas profundas del conflicto o si permitirán que la fragmentación étnica y religiosa defina el futuro del país.

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Escrito por Redacción - El Semanal

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