El reciente acuerdo global conocido como Pacto por el Futuro, suscrito durante la Asamblea General de la ONU en Nueva York, ha generado grandes expectativas en cuanto a su impacto positivo en los países más pobres y vulnerables del mundo. Este pacto, que también incluye el Compromiso Digital Global y la Declaración sobre las Generaciones Futuras, ofrece una hoja de ruta inclusiva destinada a acelerar el progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Los 45 países menos desarrollados, que albergan a mil millones de personas afectadas por subdesarrollo sistémico marcado por la pobreza, sistemas de salud inadecuados, infraestructuras precarias y acceso limitado a la educación y la tecnología, se benefician directamente de este pacto. A pesar de algunos avances durante la última década, menos de una quinta parte de los ODS están en camino de cumplirse. Por ejemplo, solo alrededor del 60% de los niños en los países menos desarrollados completan la escuela primaria, a pesar de las mejoras en las tasas de alfabetización a nivel mundial.
Para alcanzar un progreso acelerado, es crucial cerrar la brecha digital, que es más pronunciada en países pobres y endeudados. Solo el 36% de las personas en los países menos desarrollados están conectadas en línea, y adquirir un smartphone representa el 95% del ingreso mensual promedio. Además, estos países tienen niveles más bajos de educación y menos profesionales formados en áreas como ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.
El Pacto por el Futuro establece diversos compromisos clave, como la cooperación digital, el desarrollo sostenible y la financiación para el desarrollo, y la reforma financiera. Por ejemplo, se compromete a cerrar la brecha de financiación de los ODS y fortalecer los esfuerzos contra el cambio climático. Además, aborda las insostenibles cargas de deuda de muchos países menos desarrollados.
Para que este pacto tenga éxito, es fundamental abordar la cuestión de la financiación. Asimismo, se destaca la importancia de la participación del sector empresarial como socio esencial, junto con la necesidad de apoyar a las empresas de micro, pequeña y mediana escala. En este sentido, la digitalización, la innovación y la aplicación de tecnología en este sector pueden generar empleo y oportunidades, impulsando un crecimiento inclusivo.
En resumen, el Pacto por el Futuro de la ONU representa una oportunidad única para fortalecer la cooperación internacional en pro del desarrollo, ofreciendo esperanzas y soluciones tangibles para los países más pobres del mundo. La clave ahora radica en la acción concertada y la voluntad política sostenida para que este audaz iniciativa se convierta en el catalizador de nuevas inversiones tecnológicas que encaminen hacia un futuro igualmente audaz para los más desfavorecidos.
Considero que el artículo plantea una visión idealista y poco realista de los acuerdos internacionales en favor de los más necesitados. Es innegable la importancia de la cooperación global para abordar problemas como la pobreza y la desigualdad, sin embargo, la historia nos ha demostrado que los intereses particulares de cada país suelen primar sobre el bien común. Además, la falta de mecanismos efectivos para garantizar el cumplimiento de dichos acuerdos pone en entredicho su verdadera utilidad. Sería ingenuo pensar que un simple compromiso internacional puede resolver problemas estructurales tan arraigados.