La Cueva de Altamira, ubicada a pocos minutos en coche de la encantadora ciudad cántabra de Santillana del Mar, es uno de los tesoros nacionales más destacados de España. A pesar de estar actualmente cerrada al público, se puede explorar a través de un enlace llamado «Neocueva», que conserva una impresionante colección de pinturas paleolíticas con más de 30.000 años de antigüedad. El descubrimiento de Altamira, como muchos otros hallazgos importantes, fue puramente accidental en su origen.
Modesto Cubillas, figura clave en el descubrimiento de la Cueva de Altamira, ha estado envuelto en controversias a lo largo del tiempo. En 1868, mientras cazaba, su perro provocó un accidente que lo llevó al hallazgo de las cuevas, las cuales en un principio no tomó en serio debido a su abundancia en la región y la cobertura vegetal que las ocultaba. Fue Marcelino Sanz de Sautuola, un naturalista español, quien posteriormente, en 1875, descubrió el potencial del lugar al visitar el yacimiento por primera vez.
María Sanz de Sautuola, hija de Marcelino, jugó un papel crucial en el descubrimiento al señalar las figuras de bisontes en el techo de la cueva, lo que marcó un hito en la arqueología y la historia del arte prehistórico. A pesar de las dudas iniciales y las críticas posteriores, Altamira se convirtió en uno de los descubrimientos más importantes de la época, generando debates y polémicas sobre la autenticidad de las pinturas.
La conservación de Altamira ha sido una preocupación constante a lo largo de los años, especialmente debido al riesgo de deterioro causado por el exceso de visitantes. En 1910, se estableció un comité para la conservación de las cuevas, que en 1917 permitió visitas guiadas. En 1924, Altamira fue declarada monumento nacional, lo que marcó un hito en su protección y preservación.
Actualmente, las visitas a las Cuevas de Altamira son controladas y limitadas, con un máximo de 5 personas por semana y 260 personas por año. El acceso a la cueva original está restringido y regulado por un sistema de lista de espera que ha estado cerrado desde 2002 y se reabrió en 2020. Una vez en el interior, los visitantes pueden maravillarse con las antiguas pinturas rupestres, incluyendo representaciones de bisontes, caballos, y otros animales.
La historia de Altamira es un testimonio fascinante del arte prehistórico y la capacidad creativa de nuestros antepasados. A pesar de los desafíos de conservación y acceso, esta joya arqueológica sigue cautivando a quienes tienen la oportunidad de contemplarla de cerca. Altamira representa un legado invaluable de la historia de la humanidad que merece ser protegido y preservado para las generaciones futuras.
GIPHY App Key not set. Please check settings