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Vestiaire Collective desafía al consumo rápido y recicla la moda actual.

La plataforma de reventa de lujo Vestiaire Collective intensifica su lucha contra el impacto ambiental de la industria de la moda rápida, culminando una campaña de tres años centrada en la reducción de residuos textiles. La iniciativa, que ha alcanzado un punto crítico con la exclusión de numerosas marcas de bajo coste de su plataforma, busca una transformación en los hábitos de consumo y en la responsabilidad de las empresas.

La medida más drástica adoptada por Vestiaire Collective, implementada en noviembre de 2023, consistió en vetar la compra, venta y listado de prendas de marcas como H&M, Mango, Uniqlo y Zara. Posteriormente, la prohibición se extendió a empresas emergentes de ultra-fast fashion como Temu y Shein, reiterando su compromiso con un modelo de consumo más sostenible. Esta acción, aunque controvertida, apunta a desincentivar la producción y adquisición de prendas de baja calidad y corta duración.

Paralelamente, la compañía ha puesto en marcha una campaña de concienciación dirigida a influencers, con el objetivo de modificar la narrativa predominante en las redes sociales en torno a las llamadas “compras compulsivas” o “hauls”. La estrategia busca alertar sobre las tácticas de marketing agresivas utilizadas por estas marcas y fomentar un comportamiento del consumidor más reflexivo, priorizando la calidad y la longevidad de las prendas sobre la cantidad y el precio.

La última fase de la campaña se manifiesta a través de imágenes impactantes que muestran montañas de ropa desechada frente a residencias en Londres, París y Nueva York, e incluso en lugares emblemáticos como el Capitolio estadounidense y el Senado francés. La intención, según Dounia Wone, directora de impacto de Vestiaire Collective, es trasladar la problemática del desecho textil “a la puerta” de los consumidores, visibilizando una problemática que tradicionalmente se percibía lejana y ajena.

Esta iniciativa cobra especial relevancia en el contexto europeo, donde las nuevas regulaciones en materia de gestión de residuos textiles, en vigor desde enero, obligan a la clasificación y reciclaje diferenciado de las prendas usadas, planteando un desafío significativo para los países en la gestión de grandes volúmenes de desechos.

La campaña de Vestiaire Collective también cuestiona la estrategia de “lujo accesible” empleada por las marcas de moda rápida, que a menudo imitan los códigos de las casas de alta costura sin modificar sus prácticas laborales y de sobreproducción. Se denuncia la contradicción entre el marketing aspiracional y las condiciones reales de producción de las prendas.

El apoyo de Vestiaire Collective a la ley Anti-Fast Fashion francesa, aprobada por la Asamblea Nacional en marzo de 2024 y pendiente de votación en el Senado, subraya su compromiso con el cambio legislativo. Esta normativa, que podría imponer multas de hasta 10 euros por prenda a partir de 2030, así como restricciones a la publicidad y a la actividad de los influencers, se considera un posible precedente para futuras regulaciones a nivel de la Unión Europea.

La intensa defensa de esta ley por parte de Fanny Moizant, cofundadora y presidenta de Vestiaire Collective, tras su inexplicada retirada de la agenda del Senado en diciembre pasado, demostró el interés de la compañía por influir en la política medioambiental. La posterior vinculación del exministro del Interior Christophe Castaner con Shein añadió un nuevo elemento de controversia a la situación.

La campaña se nutre de un creciente movimiento social. La “Stop Fast-Fashion Coalition”, integrada por una docena de organizaciones ecologistas, ya protagonizó la semana pasada el depósito de toneladas de ropa desechada frente al Senado francés, una imagen que ha sido retomada ahora por Vestiaire Collective.

Esta ofensiva se suma a las impactantes imágenes difundidas el año pasado, que mostraban monumentos emblemáticos como la Torre Eiffel, el Palacio de Buckingham y Times Square cubiertos de residuos textiles, con el objetivo de concienciar sobre la magnitud del problema de los residuos de la moda, que asciende a 92 millones de toneladas anuales a nivel global. El objetivo final, según la compañía, es promover un cambio profundo en la mentalidad de los consumidores y promover un enfoque más sostenible y responsable en la industria de la moda.

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Escrito por Redacción - El Semanal

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