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Ser propietario de un yate suele ser un capricho reservado para los multimillonarios, quienes no dudan en invertir una parte de su fortuna en explorar el mundo con todo el lujo y confort que este tipo de embarcaciones les puede ofrecer. Mientras algunos como Jeff Bezos han optado por encargar la construcción de megayates a empresas especializadas como Oceanco, otros como Mark Zuckerberg han optado por adquirir superyates de manera más directa, como en el caso de «Launchpad», comprado a un oligarca ruso.

Un estadounidense llamado Clyde Stires decidió adoptar un enfoque completamente distinto para conseguir el yate de sus sueños. Sin pertenecer a la élite millonaria, Stires se propuso construir su propio catamarán de 27,86 metros de largo y 12,41 metros de ancho, con capacidad para más de una docena de invitados. A través de un video publicado en YouTube, Stires compartió su historia de determinación y recursos limitados utilizados para alcanzar su objetivo.

Originario de Missouri y radicado en California desde temprana edad, Stires creció aprendiendo el manejo de herramientas de corte gracias a las enseñanzas de su padre. Este conocimiento le sirvió de base para desarrollar sus habilidades en la construcción y reparación de objetos, desde juguetes hasta vehículos personalizados inspirados en los fabricantes de automóviles de la década de 1970. Su pasión por la construcción lo llevó a embarcarse en la aventura de convertir un autobús de dos pisos en una caravana y posteriormente a construir su propio yate.

Ante la falta de recursos económicos para construir el barco en un astillero tradicional, Stires tomó la decisión de trasladarse a un lugar con condiciones climáticas ideales para llevar a cabo su proyecto. Después de instalarse en Perris, California, comenzó la ardua tarea de diseñar y construir el catamarán, un proceso que implicó años de dedicación y perfeccionamiento de técnicas de soldadura, instalación de sistemas hidráulicos y motores, entre otros aspectos.

El resultado de su esfuerzo fue el yate Kaleidoscope, botado en 1994 y que posteriormente tuvo un inesperado giro cuando fue robado por cárteles en Puerto Vallarta, México. A pesar de los esfuerzos de las autoridades por recuperar la embarcación, el proceso fue tan complicado que Stires decidió vender el barco, el cual actualmente forma parte de una flota de alquiler de embarcaciones, siendo ofrecido como una experiencia de lujo para tours privados y eventos especiales.

La historia de Clyde Stires y su travesía para construir su propio yate demuestra que la determinación y el ingenio pueden ser los motores para lograr grandes hazañas, incluso sin contar con los recursos económicos de los grandes magnates. Su historia es un ejemplo de perseverancia y pasión por la construcción, que ha culminado en un legado flotante que sigue deleitando a quienes tienen la oportunidad de navegar a bordo del Kaleidoscope.

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Escrito por Redacción - El Semanal

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