El presidente Joe Biden declaró que el ataque israelí que acabó con la vida de Hassan Nasrallah, líder de Hezbollah, fue un «acto de justicia» para las víctimas de cuatro décadas de «reinado del terror». Estas declaraciones surgen después de que el grupo Hezbollah de Líbano confirmara la muerte de Nasrallah en un ataque aéreo israelí en Beirut.
Biden afirmó que la operación para eliminar a Nasrallah tuvo lugar en el contexto del conflicto que comenzó con la masacre de israelíes por parte de Hamás el 7 de octubre de 2023. Nasrallah, al día siguiente, decidió unirse a Hamás abriendo un «frente norte» contra Israel. Bajo el liderazgo de Nasrallah, Hezbollah ha sido responsable de la muerte de miles de estadounidenses, israelíes y libaneses.
Los ataques de Hezbollah contra intereses de EE.UU. incluyen el atentado con coche bomba contra la embajada de EE.UU. y los cuarteles de la fuerza multinacional en Beirut en 1983, así como el secuestro del jefe de estación de la CIA en Beirut, quien falleció mientras estaba en cautiverio. La Casa Blanca considera la muerte de Nasrallah como un golpe significativo para el grupo, aunque ha buscado ser cuidadosa para evitar que el conflicto entre Israel y Hamas, respaldados por Irán, se convierta en un conflicto regional total.
La vicepresidenta Kamala Harris expresó su deseo de evitar que el conflicto en Oriente Medio se convierta en una guerra regional más amplia, destacando la importancia de la diplomacia para proteger a los civiles y lograr una estabilidad duradera en la región. La confirmación de la muerte de Nasrallah se produce en un momento en el que se busca un cese al fuego de 21 días entre Israel y Hezbollah para reavivar los esfuerzos de lograr una tregua en Gaza.
Por su parte, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, en un discurso desafiante ante la ONU, prometió continuar las operaciones contra Hezbollah hasta que decenas de miles de ciudadanos israelíes desplazados por los ataques con cohetes puedan regresar a casa. Biden reiteró su deseo de ver ceses al fuego tanto en Gaza como entre Israel y Hezbollah, manifestando la necesidad de lograr acuerdos para garantizar la estabilidad en Oriente Medio.
El presidente iraní Masoud Pezeshkian acusó a Estados Unidos de apoyar el ataque que acabó con la vida de Nasrallah y decenas de personas. El Departamento de Estado ordenó la salida de las familias de los diplomáticos estadounidenses no empleados por la embajada en Beirut, así como la salida de los que sí lo son y de empleados no esenciales debido a la «situación de seguridad volátil e impredecible» en la capital del Líbano.
En resumen, la muerte de Hassan Nasrallah ha desencadenado tensiones en la región, con llamados a la contención y a la búsqueda de soluciones diplomáticas para evitar una escalada del conflicto en Medio Oriente. La comunidad internacional sigue de cerca estos acontecimientos en un contexto de incertidumbre y volatilidad en la región.
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