En un esquema laboral lleno de promesas vacías y expectativas frustradas, un grupo de mujeres africanas reclutadas para trabajar en Rusia se encontraron en una situación alarmante. Lo que empezó como una oferta tentadora de viaje gratuito, dinero y una aventura en Europa, se convirtió en una pesadilla en la región de Tatarstán, Rusia.
Estas mujeres, provenientes de países como Uganda, Ruanda, Kenia, Sudán del Sur, Sierra Leona, Nigeria y Sri Lanka, fueron reclutadas para trabajar en un programa de estudios y trabajo en campos como hospitalidad y gastronomía, pero pronto descubrieron que se verían obligadas a ensamblar miles de drones de ataque diseñados por Irán para ser utilizados en Ucrania.
Según investigaciones realizadas, las mujeres africanas, con edades comprendidas entre los 18 y 22 años, se encontraron trabajando en fábricas rusas, específicamente en la Zona Económica Especial de Alabuga, a más de 1000 kilómetros al este de Moscú. Las duras condiciones de trabajo, las promesas incumplidas y la exposición a productos químicos corrosivos marcaron su experiencia laboral.
La planta de Alabuga, que anteriormente se dedicaba a la atracción de negocios e inversiones, se ha convertido en el principal centro de producción de drones de Rusia. La firma de un acuerdo multimillonario entre Rusia e Irán en 2022 ha llevado a la producción masiva de drones, con planes de alcanzar las 6.000 unidades al año para 2025, según documentos filtrados.
La falta de mano de obra cualificada llevó a la contratación de mujeres extranjeras, en su mayoría africanas, para trabajar en la fábrica de drones. Sin embargo, las condiciones laborales y el trato recibido han generado críticas y denuncias por parte de las trabajadoras, quienes describen largas jornadas, escasos salarios y supervisión constante.
A pesar del panorama desolador, algunas mujeres africanas expresaron gratitud por la oportunidad de trabajar en Rusia y la posibilidad de enviar dinero a sus familias. Sin embargo, la falta de transparencia en las condiciones laborales y el impacto en la calidad de los drones fabricados plantean serias dudas sobre la ética de este programa de reclutamiento.
La presencia de trabajadoras africanas en una planta de fabricación de drones en Rusia plantea interrogantes sobre la explotación laboral, la calidad de los productos fabricados y la responsabilidad de los gobiernos y empresas involucradas en este controvertido programa. Los informes presentados hasta el momento revelan una realidad preocupante que exige una investigación a fondo y medidas para garantizar los derechos y la seguridad de las trabajadoras africanas en Rusia.
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