La asistencia financiera a Ucrania por parte de los aliados del Grupo de los Siete (G7) ha generado gran expectativa luego de que la Casa Blanca anunciara que el país recibirá un préstamo de US$50 mil millones respaldado por activos rusos congelados. Este anuncio fue realizado por funcionarios estadounidenses, quienes informaron que Estados Unidos aportará US$20 mil millones de la suma total.
El objetivo de este préstamo de gran envergadura es apoyar a Ucrania en su lucha por sobrevivir tras la invasión rusa. Se utilizarán los intereses generados por los activos congelados del banco central de Rusia como garantía para el préstamo.
Daleep Singh, asesor de seguridad nacional adjunto en asuntos económicos internacionales, destacó la singularidad de esta iniciativa. Según sus palabras, nunca antes una coalición multilateral había congelado los activos de un país agresor para luego utilizar el valor de esos activos como financiamiento para la defensa de la parte agraviada, todo ello respetando el estado de derecho y manteniendo la solidaridad.
En una ceremonia en Washington, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, y el ministro de Finanzas de Ucrania, Sergii Marchenko, tienen previsto formalizar las garantías de que el préstamo estadounidense se pagará con los beneficios obtenidos de los activos soberanos rusos inmovilizados, no con dólares de los contribuyentes estadounidenses.
El plan de la administración Biden es destinar los US$20 mil millones de Estados Unidos entre el apoyo a la economía y el ejército de Ucrania. Sin embargo, se requerirá la aprobación del Congreso para enviar ayuda militar, y el secretario de Defensa, Lloyd Austin, señaló que armas y equipamiento prometidos pueden tardar semanas o meses en llegar a Ucrania.
Los restantes US$30 mil millones provendrán de la Unión Europea, Reino Unido, Canadá, Japón, y otros países aliados. La idea de utilizar los activos congelados de Rusia para ayudar a Ucrania enfrentó resistencia inicial por parte de funcionarios europeos preocupados por cuestiones legales y de estabilidad financiera, pero cobró impulso tras intensas negociaciones y la aprobación de legislación por parte del presidente Biden.
El desembolso del préstamo ha suscitado interrogantes debido a su coincidencia con las elecciones presidenciales entre el republicano Donald Trump y la demócrata Kamala Harris. A pesar de las diferencias en cuanto a la amenaza rusa, el secretario de Defensa, Lloyd Austin, aseguró que el flujo de materiales continuará independientemente del equipo en el poder.
Según la evaluación de daños más reciente del Banco Mundial, la reconstrucción y recuperación de Ucrania demandará un total de US$486 mil millones en los próximos 10 años, lo que resalta la magnitud de la ayuda internacional en este momento crucial para el país.
Considero que la decisión de otorgar un préstamo de tal magnitud a Ucrania tras la congelación de activos rusos es un tema sumamente polémico. Aunque se argumenta que este financiamiento servirá para estabilizar la economía ucraniana, es necesario cuestionar la viabilidad de la devolución de esta suma en un futuro cercano. Además, la dependencia de préstamos internacionales puede generar una mayor vulnerabilidad económica para el país receptor, en lugar de fomentar su independencia financiera. Es esencial analizar a fondo las implicaciones a largo plazo de esta medida antes de celebrarla como una solución definitiva.