En las semanas previas a los Juegos Olímpicos de París, una controversia ha surgido, manchando la reputación de un evento que históricamente ha representado valores como la amistad, el respeto, la solidaridad y el humanitarismo. La controversia actual se centra en las acusaciones contra las autoridades francesas por desalojar a miles de personas sin hogar de la Ciudad de la Luz. El motivo detrás de esta acción parece ser evitar que estas personas queden «deslumbradas» durante la gran exhibición que representan los Juegos Olímpicos.
Las acusaciones de «limpieza social» han surgido, con informes que indican que alrededor de 5.000 personas, principalmente hombres solteros, han sido deportadas en el último año por la policía y los tribunales. A pesar de que esta cifra representa solamente una pequeña parte de la población sin hogar en París y sus alrededores, sigue generando preocupación sobre la situación de los más vulnerables.
Organizaciones como Médicos del Mundo han denunciado las prácticas de las autoridades francesas, calificando las deportaciones como una forma de «limpieza social». Se han observado desalojos sistemáticos y traslados de personas a otras partes del país, ajenos a la agenda olímpica pero coincidentes en el tiempo.
Los reportes muestran cómo las personas sin hogar son subidas a autobuses con destino incierto, alejándolos de la zona donde se construyó la Villa Olímpica. La realidad es que muchos de ellos terminan nuevamente en las calles, sin una solución real a su situación de vulnerabilidad.
La Ministra de Deportes, Amélie Udia Castela, ha defendido estas acciones argumentando que no tienen relación con los Juegos Olímpicos, sino que forman parte de una política de redistribución de cargas en el territorio. A pesar de sus declaraciones, las críticas y las investigaciones sobre el reasentamiento de personas sin hogar continúan.
Incluso organismos internacionales, como el relator especial de la ONU sobre el derecho a la vivienda, han cuestionado las acciones de las autoridades francesas, comparándolas con prácticas de otros países en vísperas de grandes eventos. La sombra de la duda persiste, a pesar de los intentos por justificar las expulsiones como parte de un plan voluntario para aliviar la escasez de viviendas en París.
En medio de esta controversia, las autoridades han llevado a cabo desalojos en edificios okupados, como el caso del edificio en Vitry-sur-Seine, que podría albergar a cientos de personas. Estas acciones, acompañadas de órdenes de desalojo en gran aumento en la región parisina, han generado críticas y cuestionamientos sobre el trato a las personas más vulnerables en la antesala de los Juegos Olímpicos.
La situación plantea interrogantes sobre la verdadera motivación detrás de estos desalojos y expulsiones, y si realmente están destinados a embellecer la ciudad para un evento deportivo o si responden a necesidades a largo plazo de la población más desprotegida. Las investigaciones y las voces críticas esperan arrojar luz sobre este controvertido tema en las semanas previas al inicio de los Juegos Olímpicos de París.
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