En los últimos dos años, la industria espacial ha experimentado un notable crecimiento en lanzamientos de satélites, superando ampliamente las cifras de años anteriores. Tan solo en el año 2023, se registró la mayor cantidad de lanzamientos de la historia, con cerca de 9.700 satélites activos orbitando la Tierra, lo que representa un aumento del 361% en comparación con 2018, según datos de la Asociación de Industrias Satélites (SIA).
Este aumento en la cantidad de satélites activos en órbita, especialmente en la órbita terrestre baja, ha generado una preocupación creciente por el incremento de desechos espaciales. Esta situación preocupa a los expertos, ya que el número de elementos en órbita continuará aumentando en el futuro, debido al auge de nuevas capacidades comerciales como el uso de constelaciones de satélites, naves espaciales autónomas y viajes espaciales turísticos.
Según el informe anual de la Agencia Espacial Europea (ESA), actualmente se rastrean alrededor de 35.000 objetos espaciales, de los cuales una gran cantidad son fragmentos de satélites en desuso, restos de cohetes abandonados o satélites que ya no funcionan. Se estima que existe un millón de objetos de menos de un centímetro dispersos en el espacio, lo que representa un riesgo tanto para las actividades espaciales como para la vida en la Tierra.
La proliferación de desechos espaciales orbitando a una velocidad de 27.000 kilómetros por hora pone en peligro la correcta ejecución de misiones espaciales, la comunicación satelital y la seguridad de las actividades en el espacio. Ante esta situación, la reducción de la cantidad de basura espacial se ha convertido en una prioridad para las agencias espaciales y los gobiernos involucrados en la exploración y la investigación espacial.
La NASA, por ejemplo, ha presentado una estrategia integral de sostenibilidad espacial que incluye la limpieza de la basura en la órbita terrestre como la primera fase de su plan. Asimismo, se ha planificado la retirada de la Estación Espacial Internacional a principios de 2031, permitiendo que el sector comercial realice actividades en la órbita terrestre baja.
Por su parte, la Agencia Espacial Europea (ESA) está avanzando hacia la implementación de planes para reducir la basura espacial para el año 2030. La primera misión europea de limpieza espacial, denominada «Limpiar Espacio-1», consiste en un satélite Hunter que se espera comience a operar en 2025 y utilizará brazos robóticos para capturar los restos de elementos espaciales.
Además, la ESA está enfocada en el desarrollo de tecnologías innovadoras para eliminar de forma segura los satélites inoperativos, mantenerlos en órbita y deshacerse de los desechos de manera eficiente. Como parte de esta estrategia, se ha presentado el primer satélite europeo sostenible, LUR-1, que incorpora equipos MICE integrados para monitorear operaciones satelitales y contribuir a la limpieza del espacio.
En resumen, el incremento de desechos espaciales representa un desafío significativo para la comunidad espacial y la seguridad en el espacio. Las agencias espaciales y los gobiernos están tomando medidas concretas para abordar este problema y garantizar la sostenibilidad a largo plazo de las actividades humanas en el espacio. La limpieza y el mantenimiento del entorno espacial se han vuelto prioritarios para asegurar un futuro seguro y sustentable en el espacio.
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