El Gobierno canadiense se reúne con líderes métis para abordar polémica ley de proyectos industriales
El primer ministro Mark Carney se encuentra este jueves en un encuentro crucial con representantes de tres organizaciones provinciales métis: la Nación Métis de Alberta, la Nación Métis de Saskatchewan y la Nación Métis de Ontario. El objetivo es discutir la controvertida legislación que otorga al gabinete federal la facultad de acelerar la aprobación de megaproyectos industriales, incluso si ello implica sortear normas ambientales y otras regulaciones, siempre que estos sean considerados de "interés nacional".
Sin embargo, no todos los grupos indígenas están dispuestos a participar. La Federación Métis de Manitoba, que representa a los métis del Río Rojo, rechazó la invitación, argumentando que la inclusión de la Nación Métis de Ontario —cuya legitimidad cuestionan— resta credibilidad al diálogo y podría poner en riesgo los planes gubernamentales. Según su postura, este último grupo carece de base histórica para representar a la comunidad métis.

Por su parte, la Nación Métis de Columbia Británica también decidió ausentarse, al considerar que su participación estaba limitada a un rol de observador virtual, sin garantías de intervención plena en las discusiones.
Carney estará acompañado por varios ministros clave, entre ellos la titular de Servicios Indígenas, Mandy Gull-Masty, la ministra de Relaciones Corona-Indígenas, Rebecca Alty, y el ministro de Comercio Canadá-Estados Unidos, Dominic LeBlanc. La reunión ocurre en un contexto de creciente tensión entre el gobierno federal y las comunidades indígenas, que exigen mayor transparencia y respeto por sus derechos en la implementación de proyectos extractivos y de infraestructura.
Esta legislación ha sido catalogada por críticos como un atajo peligroso que prioriza el desarrollo económico sobre la protección ambiental y los derechos ancestrales. Mientras el ejecutivo insiste en que el crecimiento del país depende de agilizar estos procesos, las comunidades afectadas advierten sobre consecuencias irreversibles en sus territorios.
El descontento entre los grupos métis refleja un desafío más amplio: la dificultad de conciliar los intereses económicos con las demandas históricas de los pueblos originarios. El resultado de estas negociaciones podría sentar un precedente determinante para futuros proyectos en Canadá y, por extensión, en otros países que enfrenten dilemas similares entre progreso y soberanía indígena.
El Semanal seguirá de cerca este debate, cuyas repercusiones podrían trascender las fronteras canadienses.

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