China expande su industria pesquera mediante acceso a aguas extranjeras.

China se consolida como un gigante en la industria pesquera a nivel mundial, con una presencia que abarca desde sus propios caladeros hasta aguas internacionales. Según datos de la FAO, China está estrechamente vinculada al 32% de la producción pesquera mundial, cifra que algunos expertos elevan hasta el 40%. Esta influencia es evidente tanto en la captura silvestre como en la acuicultura, donde China juega un papel dominante.

Sin embargo, la influencia de China va más allá de sus límites marítimos y zonas de pesca en alta mar. Un estudio reciente realizado por el grupo Illegal Seas revela que China está extendiendo su presencia de manera indirecta en aguas nacionales de otros países de América del Sur, África y el Pacífico. Esta expansión se apoya en acuerdos comerciales que permiten a empresas chinas operar bajo banderas extranjeras, proporcionando acceso a caladeros que de otro modo estarían cerrados.

La estrategia de «izar la bandera» utilizada por China implica registrar embarcaciones extranjeras bajo la bandera de un país específico para operar legalmente en aguas soberanas. Este método ha sido empleado con éxito por empresas intermediarias chinas para operar en aguas territoriales de diversos países, eludiendo así ciertas restricciones y normativas locales.

Un ejemplo concreto de esta estrategia se observa en Argentina, donde empresas chinas controlan buques pesqueros con bandera argentina, permitiéndoles operar en aguas territoriales bajo la apariencia de cumplir con las regulaciones locales. Sin embargo, esto plantea preocupaciones sobre la legalidad y la transparencia de estas operaciones, especialmente cuando se descubren prácticas ilegales como el arrojo de pescado al mar o la evasión fiscal.

La proliferación de embarcaciones chinas en aguas extranjeras, ya sea mediante acuerdos comerciales o el arrendamiento de buques con bandera extranjera, plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de la pesca y el respeto a la soberanía de los países afectados. Además, se ha cuestionado la ética de estas prácticas, especialmente cuando se descubren irregularidades laborales o ambientales en las operaciones de estas flotas.

En un contexto donde la presión sobre los recursos pesqueros y la necesidad de proteger las aguas territoriales son prioritarias, la expansión de China en la industria pesquera plantea desafíos significativos para la gobernanza global de los océanos y la sostenibilidad de la pesca a nivel mundial. Es fundamental abordar estas cuestiones de manera colaborativa y transparente para garantizar la equidad y la protección de los recursos marinos para las generaciones futuras.

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Escrito por Redacción - El Semanal

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