China prepara un supercolisionador más accesible y potente que Europa.

China se une a la carrera por la investigación de la «partícula de Dios». El descubrimiento del bosón de Higgs sigue siendo relevante en la física actual, ya que confirmó la existencia del campo teórico de Higgs y nos permite comprender las interacciones entre partículas subatómicas, así como aprender más sobre la estructura del universo.

El Gran Colisionador Europeo de Hadrones (LHC) ha sido fundamental en esta investigación, detectando el bosón de Higgs en 2012 y continuando con estudios sobre la composición de átomos, interacciones de partículas, y teorías de física cuántica. Sin embargo, se plantea la necesidad de construir un colisionador más grande para futuras investigaciones.

China ha anunciado su propio proyecto, el Colisionador Circular Electrones-Positrones (CPEC), con el objetivo de estudiar a fondo todo lo relacionado con el bosón de Higgs. Este colisionador, con una circunferencia de 100 kilómetros, se espera que sea siete veces más potente que el LHC. Además, se prevé que sea más eficiente al colisionar electrones y positrones en lugar de protones.

A pesar de los avances y ambiciones de China en este proyecto, hay posibles complicaciones a nivel internacional. La cooperación internacional podría verse dificultada por la actual situación de guerra tecnológica y comercial entre China y Estados Unidos, lo que podría generar resistencia a la ayuda occidental en la construcción del CPEC.

A pesar de los posibles desafíos, China asegura estar preparada para el proyecto y planea comenzar la construcción en 2027, antes que el nuevo colisionador europeo. Sin embargo, las tensiones actuales a nivel mundial podrían exacerbarse debido a la importancia de la investigación sobre la Partícula Divina. Es un tema que merece ser seguido de cerca en los próximos años.

En definitiva, la carrera por la investigación en física de partículas sigue en marcha, con China emergiendo como un nuevo actor importante en este campo. El futuro de la ciencia y la comprensión del universo podrían depender en gran medida de los avances y descubrimientos que surjan de estos colisionadores de partículas de última generación.