Desde la recopilación masiva de datos hasta la toma de decisiones fundamentadas en información concreta, la transformación digital ha revolucionado la forma en que las organizaciones operan en la actualidad. Atrás han quedado los días en los que recolectar un millón de puntos de datos por día era inimaginable para la mayoría de las organizaciones; hoy en día, gracias a los avanzados métodos de adquisición y opciones de almacenamiento asequibles, nos vemos inundados de datos. El verdadero reto radica en discernir ideas útiles de este aluvión de información y, posteriormente, convertirlas en acciones que transformen procesos y organizaciones.
En este escenario, la inteligencia artificial (IA) juega un papel fundamental. Independientemente del sector, la capacidad sin precedentes de la IA para analizar y identificar patrones en los datos promete cambiar radicalmente la forma en que operan las organizaciones. Desde hacer llamadas de ventas más productivas hasta reducir el desperdicio en fábricas y salvar vidas en industrias de alto riesgo, las posibilidades son infinitas. Sin embargo, para lograr una verdadera transformación mediante la IA, es fundamental comprender a los seres humanos tanto o más que comprender la tecnología.
Según expertos en ciencias cognitivas, la transformación a través de la IA se divide en tres etapas clave: recolectar datos, encontrar ideas y actuar en consecuencia. Las dos últimas etapas requieren un profundo entendimiento de lo que impulsa el comportamiento humano: los miedos, motivaciones, sesgos, limitaciones de capacidad cognitiva y otros procesos mentales que llevan a las personas a actuar de cierta manera. Si bien la IA puede identificar patrones en los datos, comprender a los humanos es imperativo para derivar ideas a partir de estos patrones y diseñar iniciativas efectivas de cambio organizacional.
El famoso ejemplo del Dr. Teodor Grantcharov, profesor de cirugía en la Universidad de Stanford, ejemplifica este proceso. Grantcharov buscaba utilizar la IA como herramienta para analizar y, esperanzadamente, disminuir los errores quirúrgicos en las salas de operaciones. Tras desarrollar un «caja negra de la sala de operaciones» que analiza todo lo que acontece durante una cirugía, inspirado en los registradores de datos de vuelo de los aviones, Grantcharov y su equipo lograron obtener insights significativos que mejoraron el desempeño individual y grupal, y redujeron la morbilidad, mortalidad y costos en las salas de operaciones.
El primer paso en esta transformación es la recolección de datos, una tarea que hoy en día es más sencilla que nunca gracias a la tecnología disponible. En el caso de Grantcharov, la «caja negra de la sala de operaciones» capturó hasta un millón de puntos de datos por día por sala, incluyendo datos audiovisuales de procedimientos quirúrgicos, historias clínicas electrónicas y lecturas biométricas del equipo quirúrgico. Tras recopilar esta información abundante, el desafío radicaba en convertirla en información utilizable para los profesionales de la salud.
Identificar patrones en los datos es donde la IA se vuelve especialmente útil. La capacidad de la IA para correlacionar accidentes quirúrgicos con eventos específicos, junto con un entendimiento profundo del comportamiento humano, permitió al equipo de Grantcharov tener un impacto significativo en la reducción de errores quirúrgicos. Además, la comprensión de la dinámica grupal resultó fundamental, mostrando que factores como la comunicación y la seguridad psicológica influyen más en los resultados del paciente que la habilidad técnica del cirujano.
En cuanto a la acción, una vez que la IA ayudó a identificar las principales fuentes de errores en las salas de operaciones, los hospitales pudieron introducir nuevas medidas para prevenirlos. Establecer prioridades, hábitos y sistemas que fomenten el cambio de comportamiento se reveló esencial para lograr una mejora significativa en la cultura organizacional. La adopción de una mentalidad de crecimiento, que ve los fracasos como oportunidades de mejora, fue crucial en el éxito de esta transformación.
En definitiva, la IA ofrece la posibilidad de desbloquear el potencial de las organizaciones, ya sea en entornos médicos o empresariales. Sin embargo, no basta con aplicar la tecnología a un conjunto de datos; es necesario contar con hipótesis válidas que orienten la acción. La comprensión de cómo interactúan y procesan el mundo los seres humanos se torna cada vez más relevante a medida que la tecnología se integra más en nuestras vidas.
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