El estudio de los rituales y costumbres de diferentes civilizaciones a lo largo de la historia ha sido una fuente inagotable de fascinación y misterio. Muchas prácticas que nos resultan extrañas han sido parte integral de la vida de estas culturas, como el uso de drogas en rituales chamánicos o la costumbre de arrojar vacas a un volcán activo, como se hace en ciertas regiones de Indonesia.
Uno de los aspectos más impactantes de estas prácticas es la presencia de la muerte, pero no de una muerte común, sino de una muerte cruel y vinculada a la mutilación en algunos casos. Civilizaciones mesoamericanas como los mayas y zapotecas han dejado evidencia de esto, como lo demuestra el hallazgo de 14 cráneos humanos en Cholula, que revela la presencia de prácticas similares entre los mixtecos.
En el contexto de estas civilizaciones, la muerte no solo tenía un significado ritual, sino que también estaba vinculada a la obtención de beneficios como mejores cosechas o abundancia de agua. Los restos hallados en Cholula, que datan del período posclásico temprano, muestran signos de haber sido sometidos a rituales y sacrificios relacionados con la agricultura, como el cocinado de los cráneos y su disposición ceremonial.
El análisis de ADN de estos restos ha revelado detalles impactantes, como la presencia exclusiva de niños entre las víctimas y la relación familiar entre algunos de ellos. Otros descubrimientos, como la decapitación, desmembramiento y quemado de prisioneros de guerra, arrojan luz sobre las prácticas violentas y rituales de estas antiguas civilizaciones.
Estudiar estos cráneos no solo proporciona información sobre las prácticas de estas culturas, sino que también revela detalles sorprendentes sobre la precisión de los procedimientos rituales y las características individuales de los sujetos. Por ejemplo, un cráneo descubierto en Cholula presentaba deformaciones craneales intencionales y huesos sesamoideos que ofrecen pistas sobre la evolución y la identidad de estas personas.
Además de los restos humanos, los arqueólogos han encontrado pistas en la cerámica utilizada en estos rituales y ofrendas. Los patrones y temas representados en estas piezas, como montañas, ríos e islas, sugieren una conexión profunda con la naturaleza y la búsqueda de prosperidad en actividades agrícolas. A través de estos objetos y restos, seguimos descubriendo nuevas piezas del complejo rompecabezas de la civilización prehispánica en México.
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