La sombra de las nominaciones: un exministro canadiense cuestiona la transparencia en el Partido Conservador
La lucha por el control interno de los partidos políticos no es exclusiva de ninguna geografía, y Canadá no es la excepción. Michael de Jong, exministro de Finanzas de la Columbia Británica y veterano legislador, ha puesto en evidencia lo que describe como un proceso de selección de candidatos opaco y centralizado en el Partido Conservador federal.
De Jong, conocido por su gestión económica durante cinco legislaturas con presupuestos equilibrados, anunció en abril su intención de competir por la nominación conservadora en Abbotsford–South Langley. Sin embargo, recibió un correo electrónico escueto que lo descalificaba sin explicaciones. "No hubo transparencia, ni oportunidad de apelar", denuncia. El puesto terminó en manos de Sukhman Gill, un joven de 25 años sin experiencia política previa.

El caso no es aislado. Según fuentes cercanas al partido, alrededor de 90 circunscripciones habrían visto vetos similares, muchos atribuidos a Jenni Byrne, gerente de campaña nacional. Aunque la dirección conservadora no ha confirmado estos detalles, el descontento entre aspirantes es palpable. "Es curioso que un partido que se jacta de ser ‘de bases’ tome decisiones desde un escritorio en Ottawa", ironiza de Jong, quien finalmente compitió como independiente y perdió.
Expertos como Alex Marland, catedrático en liderazgo político, sostienen que este modelo responde a una tendencia global: los líderes priorizan el control para evitar candidatos controvertidos. Pero advierte sobre el costo democrático: "Los partidos son clubes privados. No hay regulación, y cuando fallan, erosionan la confianza pública".
Tras las elecciones de abril, donde los conservadores obtuvieron 143 escaños —sin alcanzar la mayoría esperada—, Pierre Poilievre, líder del partido, insiste en consolidar una coalición de votantes. Mientras, el consejo nacional anunció una revisión de las normas de nominación, aunque de Jong se muestra escéptico: "Hay una negación a admitir que los errores propios afectaron el resultado".
Con un congreso partidista previsto para enero en Calgary, la controversia sigue en el aire. Y aunque de Jong no piensa asistir —"mi carné venció y no lo renovaré"—, su crítica resuena como una advertencia: cuando los mecanismos internos se opacan, la democracia pierde.

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