En las montañas del sureste de Uzbekistán, en Asia Central, se han descubierto dos enormes ciudades medievales que alguna vez fueron bulliciosos asentamientos urbanos. Estas ciudades, conocidas como Tashbulak y Tugunbulak, han permanecido perdidas durante siglos, pero gracias a la tecnología de drones y lidar, se ha logrado revelar su estructura y valor de manera impresionante.
El uso de drones y lidar ha permitido a los arqueólogos de la Universidad de Washington en St. Louis estudiar en detalle estas ciudades medievales, creando mapas de alta resolución que revelan una imagen clara de su distribución urbana. Este avance tecnológico ha sido fundamental para comprender la importancia de estas ciudades en la historia de la Ruta de la Seda y su papel en la interacción comercial entre Asia Oriental, el Mediterráneo europeo y la costa de África Oriental.
Tashbulak y Tugunbulak, separadas por cinco kilómetros, ocupan áreas significativas, con Tugunbulak siendo una de las ciudades regionales más grandes de la época medieval. Los escaneos LiDAR mediante drones han proporcionado una visión extremadamente detallada de las plazas, fortificaciones y hogares que constituyeron la vida de estas comunidades en las tierras altas de Asia Central entre los siglos XI y XVI.
Estos hallazgos arqueológicos indican que las poblaciones que habitaron Tugunbulak eran pastores nómadas con una cultura y economía política distintas a las de las poblaciones de altitudes más bajas. La ubicación en un terreno montañoso entre 2.000 y 2.200 metros sobre el nivel del mar ha permitido comparaciones con sitios como Machu Picchu en Perú, resaltando la importancia de estas ciudades como ejemplos únicos de urbanismo de montaña próspero.
El equipo de arqueólogos ahora espera realizar un estudio más exhaustivo de estas ciudades medievales para comprender mejor su papel en la economía regional. Las excavaciones en una fortificación en Tugunbulak sugieren que esta ciudad desempeñó un papel crucial en la producción de acero a partir de depósitos minerales, demostrando que estas ciudades eran más que simples paradas en la Ruta de la Seda.
El descubrimiento de estas ciudades perdidas en las montañas de Uzbekistán no solo arroja luz sobre el pasado medieval de la región, sino que también cuestiona las percepciones tradicionales sobre las montañas como barreras comerciales, destacando la importancia de estos asentamientos en la red de interacción y comercio de la Ruta de la Seda.
¡Qué locura de descubrimiento, amigo! En serio, esta noticia me dejó boquiabierto. Nunca me hubiera imaginado que encontrarían cuadros de «Machu Picchu» en Uzbekistán. ¡La Ruta de la Seda sigue revelando secretos impresionantes! ¿Se te ocurre qué otras maravillas podrían descubrir en ese camino histórico?