Estados Unidos se encuentra en un proceso avanzado para la sustitución de sus icónicos bombarderos B-1 Lancer y B-2 Spirit, con la introducción del nuevo asaltante B-21. El desarrollo de este avión prometedor avanza satisfactoriamente, destacándose por evitar los grandes desafíos enfrentados por el Lockheed Martin F-35 Lightning II en su creación.
La compañía contratista de defensa Northrop Grumman ha completado etapas clave en el proyecto del B-21, superando con éxito pruebas estáticas en tierra que evaluaron la integridad estructural del bombardero. Este hito ha sido celebrado por William Bailey, director de la Oficina de Capacidades Rápidas de la Fuerza Aérea, quien afirmó que este logro valida la confianza en el modelo digital utilizado en el proceso de desarrollo.
El B-21 Raider está cada vez más cerca de entrar en servicio, pero antes de ello, debe enfrentarse a pruebas de fatiga que incluyen vuelos de prueba en situaciones reales. Se espera que el primer avión llegue a la Base de la Fuerza Aérea Ellsworth para el entrenamiento del escuadrón y la certificación correspondiente.
El Ministerio de Defensa estima que el nuevo bombardero estará operativo a mediados de la década de 2020, con proyecciones que indican la producción de entre 24 y 30 unidades de combate a principios de la década de 2030, con una producción total prevista de al menos 100 unidades. El B-21 Raider promete ser una mejora significativa en comparación con sus predecesores, pues ofrecerá una mayor capacidad de carga útil, autonomía, movilidad y capacidades sigilosas, lo que lo convertirá en una pieza fundamental en la tríada nuclear estadounidense.
William Bailey, en su papel como director del proyecto, ha destacado la singularidad del B-21 Raider, afirmando que es una plataforma tecnológicamente avanzada y refinada que ningún otro país puede igualar. El nuevo programa se espera que constituya una mejora en la tríada nuclear estadounidense y se aguarda con expectación su implementación y desempeño.
En resumen, el B-21 Raider se postula como una pieza clave en la modernización de la flota de bombarderos de Estados Unidos, con características avanzadas y una tecnología puntera que lo distinguen como una herramienta fundamental en las capacidades defensivas del país. La expectativa por su despliegue y operatividad crece con cada avance en su desarrollo, augurando un futuro prometedor en el panorama de la defensa aérea.
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