El refuerzo intermitente, un fenómeno tan común como dañino y tóxico, afecta a nuestras relaciones y nuestra estabilidad emocional de maneras profundas. Pero, ¿qué es exactamente? ¿Cómo se manifiesta y qué impacto tiene en nuestras vidas y nuestras relaciones? María Cristóbal, psicoterapeuta del equipo de Consulta Despertares, y Pedro Carretero, de mundopsicologos.com nos lo explican.
La incertidumbre es lo que mantiene a las personas conectadas emocionalmente a la relación, esperando el próximo momento de validación.
¿Qué es el refuerzo intermitente?
El refuerzo intermitente es un concepto que va más allá de una técnica psicológica, es un patrón de comportamiento que se manifiesta en nuestras relaciones afectivas. En palabras de María Cristóbal, se trata de una «mirada condicionada», un reconocimiento o recompensa que no llega de forma constante. Este tipo de refuerzo puede manifestarse en cualquier relación significativa: entre madre e hijo, pareja, amigos, e incluso en el entorno laboral, entre jefe y subordinado.
La característica principal del refuerzo intermitente es la inconsistencia: «ahora sí, ahora no». Esta imprevisibilidad provoca que la persona siga buscando ese refuerzo, como si fuera un juego de azar. La incertidumbre es lo que mantiene a las personas conectadas emocionalmente a la relación, esperando el próximo momento de validación. En contraste, el refuerzo continuo, que se basa en la consistencia, puede generar una sensación de seguridad, pero también puede derivar en sobreprotección en la infancia o control en la adultez.
Pedro Carretero lo explica de manera sencilla: «El refuerzo intermitente consiste en premiar una conducta de forma intermitente, mientras que el refuerzo continuo premia la conducta cada vez que se emite. Esta variabilidad es lo que lo hace tan potente a largo plazo.»
Tipos de refuerzos intermitentes
El refuerzo intermitente puede clasificarse en distintos tipos dependiendo de cómo y cuándo se aplica. Pedro Carretero nos explica que existen cuatro principales de refuerzo intermitente:
Programa de razón fija: se premia la conducta después de un número fijo de respuestas. Por ejemplo, cuando realizamos una tarea un número determinado de veces antes de recibir el refuerzo.
Programa de razón variable: la cantidad de respuestas necesarias para obtener el refuerzo varía cada vez, lo que aumenta la incertidumbre.
Intervalo fijo: se otorga el refuerzo después de un periodo de tiempo fijo, independientemente de la conducta.
Intervalo variable: el tiempo necesario para recibir el refuerzo cambia constantemente, generando una mayor imprevisibilidad.
Esta variabilidad refuerza la conducta y hace que sea más difícil romper el ciclo.
Ejemplos cotidianos del refuerzo intermitente
Este tipo de refuerzo está presente en muchos aspectos de nuestra vida cotidiana, tal como lo expone María Cristóbal. Un ejemplo claro es el uso de redes sociales. Los «me gusta» o comentarios no ocurren cada vez que publicamos algo. Esta imprevisibilidad hace que sigamos revisando nuestras publicaciones, esperando ese momento de validación. En las aplicaciones de citas, el refuerzo intermitente también juega un papel importante: la expectativa de recibir un «match» lleva a las personas a seguir interactuando con la plataforma.
Otro ejemplo son los juegos de azar, donde las personas no ganan cada vez que juegan, pero el momento en que lo hacen genera una recompensa significativa, lo que las mantiene jugando durante largos períodos. Las compras por internet o las ofertas en tiendas también funcionan de manera similar. Los descuentos no siempre están disponibles, pero cuando aparecen, crean un incentivo atractivo. La incertidumbre sobre cuándo aparecerán nuevas ofertas lleva a los consumidores a revisar constantemente las páginas en busca de una buena oportunidad.
Impacto en la conducta y la ansiedad
El refuerzo intermitente tiene un fuerte impacto en el comportamiento humano. Según Pedro Carretero, se considera más eficaz que el refuerzo continuo para mantener conductas a largo plazo. Esto se debe a que activa áreas del cerebro asociadas con el sistema de recompensa, como el núcleo accumbens y la vía mesolímbica dopaminérgica. Estas áreas liberan dopamina durante la anticipación y recepción de recompensas, reforzando el comportamiento y creando un ciclo de repetición.
Sin embargo, esta dinámica también está estrechamente relacionada con la ansiedad. María Cristóbal describe cómo la imprevisibilidad del refuerzo genera altos niveles de estrés. Imagina a un niño esperando a su madre a la salida del colegio sin saber si aparecerá o no. Este tipo de experiencias tempranas pueden generar inseguridad y desconfianza, lo que puede traducirse en síntomas de ansiedad en la vida adulta. La persona desarrolla una sensación de inestabilidad, donde la falta de previsibilidad de los refuerzos genera una constante espera y preocupación.
En la vida adulta, este patrón puede llevar a una incapacidad para aceptar la ausencia del otro o para sobrellevar la falta de refuerzo. Esta necesidad de aprobación se convierte en una fuente de angustia, donde la persona siente que no puede gestionar la falta de presencia física o emocional del otro.
El refuerzo intermitente en las relaciones personales
El refuerzo intermitente afecta profundamente a las relaciones personales. «Un ejemplo claro es el «love bombing» en las relaciones de pareja. Al inicio de la relación, una persona puede desplegar un arsenal de seducción, ofreciendo su mejor versión. Sin embargo, de manera abrupta, esta misma persona desaparece, generando lo que comúnmente se conoce como «ghosting». Esta dinámica de intermitencia genera en la otra persona culpa, confusión y una necesidad constante de entender qué ha sucedido», explica Cristobal.
También a un cuestionamiento constante de las propias necesidades y deseos, lo que genera una devaluación de uno mismo. En algunos casos, la persona afectada puede intentar reparar el daño de la intermitencia mediante la agresión, no necesariamente física, sino emocional. De esta manera, el refuerzo intermitente genera una ambivalencia en la relación, que muchas veces deriva en una dinámica tóxica por ambas partes.
Pedro Carretero también destaca cómo el refuerzo intermitente puede manifestarse en relaciones donde el vínculo sexual o el trato cariñoso esporádico actúan como refuerzos. Las personas suelen justificar la permanencia en estas relaciones con frases como «pero a veces me trata bien», aferrándose a esos breves momentos de afecto que se sienten como «un oasis en medio del desierto». Esta dinámica refuerza la dependencia emocional, donde el bienestar de la persona parece depender exclusivamente de los momentos de afecto esporádico.
Dependencia emocional
El refuerzo intermitente puede, sin duda, generar dependencia emocional. Tanto María Cristóbal como Pedro Carretero coinciden en que esta dependencia surge de una incapacidad para identificar lo que realmente nos está haciendo daño en la relación. La persona afectada se siente atrapada en un ciclo donde el refuerzo, aunque esporádico, justifica su permanencia en la relación.
Además, este patrón puede dañar profundamente el autoconcepto. La persona llega a creer que merece ese trato inconsistente, lo que refuerza la fantasía de que su bienestar depende exclusivamente del otro. Esta dependencia se desarrolla lentamente, porque el estrés que genera la relación se compensa con esos momentos en los que todo parece perfecto.
Si las personas utilizan la culpa o el malestar para controlar nuestras acciones, o si nos sentimos valorados solo cuando somos complacientes, es probable que estemos inmersos en una dinámica de refuerzo intermitente.
El refuerzo intermitente en el entorno laboral
Este tipo de dinámica también puede presentarse en el entorno laboral. Imagina a un empleado que se esfuerza constantemente esperando recibir reconocimiento, pero este solo llega de manera esporádica. A pesar de ello, el empleado sigue esforzándose, esperando que ese momento de refuerzo vuelva a aparecer. Esta dinámica puede llevar al agotamiento emocional y a una sensación de desvalorización personal.
Aprender a identificar el chantaje y la manipulación en el ámbito laboral es fundamental. Si las personas utilizan la culpa o el malestar para controlar nuestras acciones, o si nos sentimos valorados solo cuando somos complacientes, es probable que estemos inmersos en una dinámica de refuerzo intermitente.
Estrategias para romper el ciclo del refuerzo intermitente
Romper el ciclo del refuerzo intermitente no es fácil, pero es posible. María Cristóbal y Pedro Carretero ofrecen algunas estrategias clave para hacerlo.
Lo primero y más importante es el autoconocimiento. Es fundamental aprender a identificar lo que sentimos y pensamos en relación a la persona que nos está generando esta ambivalencia emocional. Aceptar nuestras propias emociones y hacernos responsables de nuestro bienestar es el primer paso para romper el ciclo. Nadie puede hacerlo por nosotros.
La comunicación honesta también es esencial. Hablar abiertamente de cómo nos sentimos, sin reproches, y buscar el apoyo de nuestro círculo cercano puede ser de gran ayuda. No debemos sentir vergüenza de mostrarnos vulnerables y pedir ayuda cuando sea necesario.
Pedro Carretero añade que, una vez que aprendemos a querernos y valorarnos, dejamos de tolerar la manipulación y el chantaje. Es posible que, al poner límites, algunas relaciones se pierdan. Sin embargo, es necesario entender que las personas que se ofenden por estos límites son aquellas que solían sobrepasarlos.
En el contexto laboral, María Cristóbal recomienda reducir al máximo las interacciones con personas que perpetúan estas dinámicas. Establecer límites claros, mantener las comunicaciones en un nivel profesional y trabajar en definir qué comportamientos son inaceptables para nosotros son pasos fundamentales para proteger nuestro bienestar.
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Créditos: hola.com
Este artículo fue redactado por un periodista de El Semanal.
¿¡Cómo es posible que la dependencia emocional pueda ser reforzada de forma intermitente!? ¿?? No entiendo cómo puede funcionar ese mecanismo, ¿?? necesito que lo expliquen con más detalle en el artículo para poder entenderlo mejor. ¡?¡?
¡Vaya, este artículo me hizo reflexionar mucho sobre mis propias relaciones! Es cierto que a veces podemos caer en la trampa de depender emocionalmente de otras personas, y eso puede ser realmente agotador. Creo que es importante aprender a valorarnos a nosotros mismos y buscar un equilibrio en nuestras interacciones. ¿Alguien más se ha sentido identificado con lo que mencionan los expertos? ¡Gracias por compartir este tema tan relevante!